La pedagogía de la pandemia. Vivir en medio de la tormenta
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Hemos minimizado el riesgo y también las consecuencias de lo que ha sido este contexto de pandemia. Desde el mes de marzo del año anterior a la fecha actual y lo que le sigue, la vida ha cambiado. La transformación en el estilo de vida aun no lo podemos valorar cabalmente y en ello puede decirse que aún estamos en medio de la tormenta y no sabemos cuándo terminará.
Hemos minimizado el riesgo y las implicaciones sociales y educativas del mismo, el sector salud es el que sirve como termómetro para medir el tamaño del problema, pero el sector educativo también ha servido para ver y calibrar el riesgo bajo el cual estamos todos.
Bajo este contexto ha surgido esto, que yo le he llamado la Pedagogía de la Pandemia, la cual se traduce en el cambio de la atención educativa; que ha pasado de una atención tradicional para pasar a una modalidad de atención a distancia. Hemos migrado de formas presenciales o convencionales para arribar a modalidades de atención remotas. De repente las escuelas han cerrado sus puertas para abrir la educación en casa y, aunque hay personas que quisieran regresar a las aulas, no pueden hacerlo y, lo paradójico es que muchas personas más ya no quieren hacerlo.
La Pedagogía de la Pandemia es el surgimiento en la emergencia de una serie de medidas y de acciones educativas, pensadas en atender de manera nueva y, sin precedente alguno, bajo condiciones remotas o a distancia. Sin embargo, bajo este contexto no contamos con datos de cómo se le ha estado haciendo para garantizar la atención y el impacto de la misma.
Otro rasgo de la Pedagogía de la Pandemia es el desligamiento o la reconfiguración de la relación familia–escuela. Dichos agentes se movían bajo fronteras muy claras, hoy han pasado a mezclarse y confundirse, lo cual, en términos educativos no sabemos dónde comienza y termina la familia y dónde comienza y termina la escuela.
La Pedagogía de la Pandemia se mueve bajo distintos formatos de atención, lo mismo con el apoyo de dispositivos electrónicos, con visitas domiciliarias, con el uso de las llamadas redes sociales, etcétera. En todo ello dicha diversidad de formas de atención, muy poco sistematizadas han servido para garantizar la atención educativa. Pero en todo ello no hemos perdido el sentido formativo de la atención remota, sólo lo hemos reconfigurado.
El contexto de pandemia ha movido los distintos componentes del sistema, todos o la mayoría de ellos se han visto obligados a flexibilizar su funcionamiento y han sido los alumnos (como siempre sucede) los más dispuestos en adaptarse a estos cambios en la modalidad de atención a distancia. Han sido los docentes quienes más dificultades han tenido para adaptarse a los nuevos formatos de atención, se han visto obligados por las circunstancias a migrar a formas de atención bajo las cuales no fueron formados y muy pocos cuentan con experiencias previas al respecto y, el sistema también ha mostrado ser poco sensible para considerar, de mejor manera, los riesgos y los requerimientos de este contexto atípico.
Nadie sabe cómo viviremos una vez que pase la tormenta, lo que sí, que hemos demostrado una vez más no estábamos preparados para vivir y enfrentar socialmente un contexto de pandemia como el que estamos viviendo.
Habría que apostarle más al dispositivo pedagógico y también a tener una mirada proactiva para anticipar acciones a partir de ordenar y sistematizar todas las cosas que hemos vivido (las buenas prácticas) y, aun aquellas que han servido deben sistematizarse para futuras acciones.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]
Interesante reflexión, resume con claridad las características del escenario que estamos viviendo.
A ese escenario yo le añado una reconfiguración de nuestra percepción y sentimientos respecto a la muerte.Muerte de seres queridos y nuestra propia muerte. Esto añade un desafío más a nuestra tarea educativa.