La necesidad de debatir la agenda del presente en educación

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Muchos hicieron sus apuestas y creo que la mayoría acertaron, fueron las elecciones y la baja de recursos económicos lo que motivó la suspensión temporal de la evaluación a docentes que en el escueto comunicado diera a conocer el titular de la SEP y que más adelante se desdijera, al salir con el rollo de que “dijo mi mamá que siempre no” –como lo decíamos en la infancia–.
El asunto de la evaluación a docentes, se suma a la actual agenda controvertida de los puntos críticos en la educación pública en México. El sí o el no por la evaluación se tornó en un asunto secundario, ello dio pie al reconocimiento de la ausencia de un proyecto educativo para México y también para Jalisco, hizo aflorar las voces rabiosas de las agencias que operan como grupos de presión con Mexicanos Primero a la cabeza, mostró la fragilidad de la SEP y de su titular. Es legal pero no legitimo sacar adelante el proceso de evaluación –como se había anunciado con antelación–, porque atrás de ello se esconde un gran número de deficiencias e inconsistencias en la gestión del sistema.
Por otro lado tenemos, la necesidad de debatir a favor o en contra de la actual agenda educativa como asunto público, tal como lo decía Eduardo Remedí hace algunos años, es necesario hacer circular la palabra, de tal manera que las distintas voces se manifiesten en torno a una serie de problemas de los cuales todos forman parte de la esfera pública de nuestro sistema.
En México, las políticas educativas son muy frágiles. su curso de acción está ligado más a la coyuntura que a una visión de mediano y largo plazo, dichas políticas no se diseñan a partir de la agenda pública hecha agenda de gobierno, sino más bien producto del interés político, de las ocurrencias y hasta de la improvisación de muchos funcionarios. Los equipos de asesores de los secretarios de Estado, tanto en la esfera federal como en el ámbito local están para clarificar y adelantarle los escenarios a los funcionarios en turno, hoy las unidades de asesores están desdibujadas, su preocupación central está ligada a su interés político propio y no al de la instancia pública que lo tiene y lo mantiene ahí.
La agenda pública en educación (en estos momentos) es producto de las promesas incumplidas y del malcálculo en el proceso de reforma que desde el origen tuvo vicios y deficiencias (véase a Manuel Gil Antón del Colmex).
La agenda pública como agenda de gobierno debería abrirse a la participación de los ciudadanos, las propuestas se hacen más sólidas cuando en ellas participan diversas instancias de la sociedad. Parece ser que aun la generación actual de funcionarios no tiene el más mínimo interés por dejarse ayudar.
Los errores del presente se pagarán muy caros en la historia inmediata. Hagamos de la agenda educativa un asunto de debate nacional.

*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. [email protected]

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