La lengua de las mariposas y la violencia contra el docente
Marco Antonio González Villa*
Ubicada históricamente en la España de los inicios de su guerra civil en 1936, La lengua de las mariposas, relato de Manuel Rivas llevada a la pantalla grande por José Luis Cuerda, nos muestra la relación que se da entre un maestro, Don Gregorio, y un pequeño alumno de nombre Moncho. Sin considerar el contexto, la primera parte de la historia bien podría ser un estandarte de los principios de enseñanza-aprendizaje que se manejan, en teoría, en la Reforma Educativa de nuestro país. Don Gregorio es un profesor multigrado que conduce su clase considerando en todo momento las habilidades socioemocionales de todos y cada uno de sus alumnos, considera al diálogo, al lenguaje en términos Vygotski, como la herramienta principal para apropiarse de la cultura y por ende de los contenidos de las diferentes disciplinas que imparte en el aula. Es también un ejemplo claro de lo que implica trabajar aprendizajes significativos, haciendo prácticas en el campo en donde el alumno convive con la naturaleza y al mismo tiempo recibe información relevante proveniente de la sabiduría y conocimientos que el profesor posee; de igual forma y en palabras entendibles a todo alumno, les habla del amor, de la religión, de la no violencia… de la vida en sí. Por tales razones, en el pueblo donde viven, Don Gregorio goza de prestigio y reconocimiento por su labor y por lo que transmite y logra con sus alumnos. Es un escenario ideal definitivamente, en donde Moncho profesa una profunda admiración y agradecimiento por su maestro.
Sin embargo, pese a que desarrolla competencias que pueden clasificarse dentro de las categorías se autodetermina y cuida de sí, piensa crítica y reflexivamente, así como promueve el trabajo colaborativo, el final de la película es una vuelta a la realidad: Don Gregorio comete un error grave, imperdonable, ya que pretende formar alumnos que sean libres de pensamiento, amantes de la justicia y que consideren a la democracia como una genuina expresión del pueblo en donde las autoridades e instituciones se rijan y manejen con honestidad y por el bien común.
El resultado lo podemos suponer: la persecución y encarcelamiento que sufre por ser un hombre libre de pensamiento que promueve valores que se oponen a las ideas de los que se encuentran en el poder, seguido de la descalificación y pérdida de respeto que sufre de parte de los padres de familia, quienes lo miran ahora como el causante de las desgracias del pueblo influidos por el pensamiento de los gobernantes y, lamentablemente, el repudio sufrido por parte de Moncho que termina lanzándole piedras azuzado por sus padres.
No podemos evitar pensar en paralelismos y coincidencias de esta historia con la circunstancia mexicana actual. Podemos señalar, entonces, sin temor a equivocarnos, que los docentes gozarán de prestigio y reconocimiento, siempre y cuando respondan a los intereses de todos aquellos que se vinculan con su labor profesional: autoridades, directivos, padres de familia, alumnos, la sociedad en sí. En caso de no atender las necesidades de todos, será objeto de diferentes tipos de violencia; pero no importa, nos hemos acostumbrado a ella. En fin, Don Gregorio muestra templanza, carácter, congruencia y ecuanimidad ante el ataque a su persona, como cada docente en México que se levanta día a día a dar clases, pese a que todos sabían en el pueblo que era injusto tanto el acto de violencia como el desprestigio promovido. A veces ocurre, la ficción y la realidad no tienen diferencias ¿no es así?
Disponible en YouTube:
Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]
Un equivalente sería la Sonrisa de Monalisa, una profesora desubicada trata de que sus alumnas estudien niveles superiores cuando en su escuela las preparan para amas de casa rica y adornos de sus esposos empresarios.