La incidencia de la izquierda en educación. La incidencia de la educación en la izquierda

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

No estoy del todo convencido de que en la actualidad la izquierda gobierne en nuestro país; la izquierda de la 4T que tiene a Claudia Sheinbaum en la presidencia de México es una izquierda descafeinada, sin brillo, sin armonía y, en el fondo, es diferente a una izquierda que se opone en diversas trincheras y que lucha por el cambio verdadero, a una izquierda que se institucionaliza y se instala en el poder. La verdadera izquierda ya no existe en México; se murió en las cárceles, en los montes huyendo, perseguida por el ejército, en las pintas clandestinas, en los mítines relámpago en el transporte público y en las plazas públicas.
Para los que nos reivindicamos con ideas progresistas ligadas a las distintas expresiones de izquierda en nuestro país, uno de los deseos más grandes ha sido el interés de incidir en educación, que los estudiantes logren desarrollar un pensamiento crítico, que les sirva para dilucidar y para distinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo arbitrario y que además les sirva para recorrer su propio camino sin intermediarios.
El proyecto educativo del actual gobierno se ha incluido en la llamada Nueva Escuela Mexicana (NEM), con principios como el del humanismo pedagógico, la inclusión, la perspectiva de género, la tolerancia y el respeto por las expresiones de los pueblos originarios, entre otras cosas. Sin embargo, existe una diferencia o una contradicción en el plano declarativo, con relación a las acciones concretas y la congruencia en el cumplimiento de un proyecto ambicioso y de largo aliento. Desde la designación de los funcionarios para ocupar la estructura educativa, se deja ver que lo que menos le interesa al actual gobierno es incidir en una educación para contribuir al desarrollo social del país. Así las cosas, al final reducen todo el proyecto educativo en aras de garantizar el equilibrio de fuerzas a través del reparto político de prebendas y posiciones.
La educación —diría Mandela— es el arma de la revolución; en este momento no es posible lograr una mejor formación de las mexicanas y mexicanos debido a que se ha cuidado sobradamente el factor del control y del equilibrio político. La educación es el único espacio que debería de ser de libertad y de autonomía, erradicar los cacicazgos en el SNTE, crear consejos de participación dirigidos por docentes, acelerar el proceso de la alianza escuela-comunidad. Pero no ha sido así el proyecto; camina muy despacio.
Por el otro lado, tenemos la incidencia de la educación en la izquierda. Los militantes, dirigentes y los cuadros que han reivindicado y le dan una identidad vinculada con algunas de las expresiones ligadas a la izquierda, paradójicamente, no han surgido de la educación institucionalizada, sino de una educación desde los márgenes. Los personajes de izquierda somos producto de la formación y de los procesos educativos que se operan afuera de los espacios formales, a partir del autoestudio y de la seriedad en el proceso del estudio y de la formación. La escuela de cuadros, los seminarios de formación política, los debates, etcétera, son la otra escuela en la que nos hemos formado o la verdadera escuela.
Todo militante de izquierda, no así los de derecha, son personas educadas, civilizadas, informadas, que optan por la participación y la militancia consecuente, aunque también hay arribismos y oportunismos. Es como todo, los oportunistas son internacionales, pero reivindicamos la autovigilancia y la honestidad sincera.
La relación izquierda-educación es una amalgama virtuosa que se va tejiendo desde muy temprano, al tener una cultura lectora en casa, al fomentar el diálogo familiar, al evitar las imposiciones y las arbitrariedades. Porque en el fondo lo que se busca es una cultura de participación y de autocuidado.
En el actual gobierno pareciera que todo esto no les interesa; de nuevo entramos a un escenario basado en el clientelismo y en el oportunismo político. ¿Cómo destrabar dicha inercia perversa que confunde y que utiliza el legado de la izquierda para sacar provecho político? Es difícil pensar en una salida, pero cuando menos, las y los docentes desde la práctica de todos los días tienen los recursos necesarios, el espacio y las condiciones para comenzar el cambio desde abajo. Los intentos del proyecto educativo de Cuba, Venezuela y Bolivia, entre otros, han sido distintos intentos revolucionarios; lo primero en que se enfocaron fue en la educación. En México no, parece que el actual gobierno sigue muy ocupado en perder el tiempo en las grillas políticas de todos los días, sin mirar la importancia de un verdadero proyecto educativo de largo alcance.

*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]

Comentarios
  • Miguel Bazdresch
    Responder

    Hola Miguel Ángel, me gusto tu artículo pues pone cosas importantes en su lugar. Tengo un matiz: la educación ha de buscar que los estudiantes sean cada vez más libres. Llegado el momento podrán libremente escoger sus apuestas y fundamentar sus acciones. Si la escuela les dice: “por aqui”, falta a la libertad. Les ha de decir: “Son libres, decidan lo que su conciencia y compromiso les dicte” De otro modo tendremos esclavos educados pero esclavos. Un gusto saludarte. Abrazo

Deja un comentario

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar