La importancia del concepto de intervención educativa

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

A últimas fechas ha cobrado una especial relevancia el concepto de intervención educativa (IE), dicho concepto acompaña y complementa las tareas de investigación y de innovación educativas.
El concepto de intervención está más bien asociado a las nociones de acción o de práctica en educación: su abordaje da más cuenta de ámbitos o escenarios de práctica con sujetos a partir de problemáticas específicas. El concepto de intervención en el campo educativo se ha tornado protagónico debido a que gran parte de las tareas educativas (de docencia, asesoría, gestión, etcétera) están vinculadas a formas específicas de realización de prácticas. Dichas prácticas se concretizan en contextos específicos y son situadas debido a que los sujetos que participan en cualquier intervención están en una situación concreta o juegan un papel determinado dentro de la institución de que se trate.
En algunos lugares le llamaron intervenir la práctica, dicho concepto no es del todo afortunado ya que es una redundancia practicar la práctica o una meta-intervención intervenir las intervenciones que se realizan. De esta manera podemos entender que la práctica es la intervención pero en cambio la intervención es un conjunto de prácticas con un horizonte mayor, situadas y realizadas en un contexto determinado como ya se dijo.
En otros escenarios se ha reducido a la intervención como el escenario de aplicación o de aplicabilidad lo que Habermas critica como las “racionalidad técnica”, sólo en hacer cosas (diseñar y aplicar estrategias) sin pensar mucho en ellas no en el sentido o significado educativo de las mismas.
Hoy en día se piensa que la intervención es un fenómeno más complejo de lo que pudiera parecer, dicha noción está cobijada o arropada por una serie de decisiones que toma el sujeto que la realiza. Cada sujeto educativo decide desde sí mismo desde sus capacidades y posibilidades como acotaba Eduardo Remedí, “las acciones y decisiones son tomadas por el sujeto desde sí mismo”.
Existe también una parte previa que media o que regula a toda intervención entendida ésta como un escenario de acción para el cambio, la mejora o para actuar sobre un segmento de la realidad socio-educativa en cuestión.
Dicho espacio previo tiene que ver con tres atributos:

a) Con la intención educativa de lo que se pretende lograr al intervenir. Qué se hace y que se pretende lograr con eso.
b) Con la necesidad a la que responde toda acción por ejecutarse. ¿A qué responde esta acción o este conjunto de acciones?
c) Al conocimiento de los sujetos y su ámbito a quien va dirigida la intervención. Alumnos, profesores, directivos. ¿Qué papel juegan, en dónde se define su participación y cuál es le beneficio de lo que arrojará la intervención por realizarse?

De esta manera intervenir entonces se torna en un juego complejo al vincularse con cierto segmento de la realidad (incluyendo los sujetos que están dentro de ella), para pensar en un cambio o en formas diferentes de la misma realidad. Cundo cambia la realidad también cambian los sujetos que están dentro de ella y viceversa.
Por último, es necesario decir que más que pensar en intervenir la práctica es mejor reflexionar la práctica o reflexionar el conjunto de intervenciones realizadas o por realizarse como parte de la misma. La reflexión es un compromiso serio por desmenuzar todos los componentes de la intervención, antes durante y después de que se ha realizado, de esta manera el sujeto puede darse cuenta hasta dónde se torna congruente en la idea de Miguel Baszdrezch, la intención y la acción con los resultados de la intervención.

*Doctor en educación. Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. [email protected]