La importancia de mirar el trabajo de las y los docentes
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Seguimos viviendo sumidos en una serie de transiciones de diversos tipos en educación: cambios en las esferas de gobierno, cambios en las promesas de nuevos esquemas formativos, cambios en cuanto a la declaración de que habrá mayores apoyos a las y los docentes, entre otras cosas. En realidad, y a partir del reciente anuncio de reducción al presupuesto, el trabajo magisterial se sigue desarrollando en situaciones de carencia material y de adversidad social.
Bajo este contexto, llama la atención el surgimiento de infinidad de personajes que se han posicionado a partir del uso de las redes sociales para promocionar cursos, lanzar ideas y hacer infinidad de propuestas de planeación, de diseño de proyectos y demás. Estos influencers pedagógicos, youtuberos y tiktokers de la educación (algunos lo hacen de forma gratuita y muchos más) han creado organismos por los cuales cobran una cuota determinada por tener acceso a sus cursos.
En realidad y siendo honestos, todo esto no resuelve el problema de fondo: las carencias teóricas, metodológicas, didácticas y disciplinares de infinidad de docentes en nuestro país no se resuelven a partir de mirar vídeos en la red; se trata de mirar profundamente el trabajo docente para conocer, desde muy adentro, las necesidades educativas.
Mirar el trabajo de docentes significa colocarse en su lugar, tener la mesura de escucharlos, de observar su trabajo y de intercambiar ideas y relatos de experiencias a partir de establecer un vínculo dialógico y que sirva para trazar compromisos de mejora.
Con el surgimiento de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) se trazaron diversas líneas de investigación, las cuales ponen una especial atención en el proceso de apropiación de los componentes básicos de esta propuesta, la forma en que las y los docentes traducen un diseño curricular general a una forma concreta de diseño curricular que responda a sus necesidades específicas y de preguntarse de qué manera son capaces de diseñar proyectos educativos que respondan a las necesidades de los escolares a su cargo, respetando la cultura del contexto en donde se realiza la tarea de educar.
El eje articulador de todo lo antes dicho reside, una vez más, en la concreción de un estilo particular de práctica educativa; es decir, es desde la práctica donde las y los docentes se alejan de las formas reproductivas de realizar la tarea y se acercan a un estilo más ligado con la innovación y la creatividad.
Mirar al magisterio es atender sus necesidades, escucharlos, colocarse en su lugar y brindar todos los apoyos. Como la ayuda no vendrá de afuera, parece que le toca a todos los grupos y comunidades de docentes conseguirlo, a través de pensar en torno al valor educativo de las experiencias educativas de todos los días.
*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]