La escuela no es un edificio

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Suele decirse que la iglesia no es el templo. Quienes saben de religiones institucionalizadas nos recuerdan que la congregación que se forma en determinada ocasión no equivale a la iglesia entera, ni tampoco el templo equivale a una cristalización de la iglesia. La iglesia, señalan, incluye a los presentes y a los ausentes, quienes coinciden en su sentimiento de comunidad entre sí y con los poderes del más allá.
Podemos hacer una analogía en el caso de la escuela: no son los ladrillos y las instalaciones físicas las que conforman la escuela. Podemos intuirlo cuando escuchamos expresiones como las que refieren a escuelas de peces, pues estos no se limitan a un espacio, sino que constituyen una población; o cuando escuchamos expresiones como el hecho de que determinada pensadora haya hecho escuela, pues esto refiere a la posibilidad de que haya discípulos que sigan sus enseñanzas. En todo caso, cuando hablamos de escuela no podemos limitarnos a unas instalaciones en el espacio, sino que la expresión refiere a una (o quizá más) comunidades.
En una escuela se concentran los estudiantes, los docentes, el personal de apoyo, los funcionarios, las madres y los padres de las familias cuyos hijos están inscritos ahí; y en torno a esta comunidad se realizan una serie de actividades, de proyectos, de diálogos, de discusiones y de debates. Se trata de un organismo social que está vivo precisamente con el objetivo de aprender, de estimular el aprendizaje, de apoyar la formación y la capacitación de quienes participan en ella. No se puede decir que solo los estudiantes se especialicen en aprender, pues es obvio que quienes se dedican a la docencia también deben actualizarse continuamente y promover que los estudiantes aprendan más… y contribuyan al aprendizaje y la enseñanza de los docentes. El personal de apoyo y los funcionarios, al igual que los progenitores de los estudiantes, son agentes interesados en aprender y en generar formas en las que la comunidad escolar, como sistema dinámico, plantee nuevos retos, nuevas perspectivas y revise las acciones de la vida cotidiana en la escuela.
No obstante, aun cuando la escuela va más allá de sus instalaciones y equipo, es importante considerar que para que las interacciones y los procesos de enseñanza y aprendizaje e incluso para la administración de los recursos asociados con esos procesos, se requiere de un anclaje físico. La escuela en cuanto sistema y comunidad necesita de espacios y de objetos que apoyen sus actividades y proyectos. Espacios que permitan el nivel de silencio o de sonido adecuados, que faciliten realizar el trabajo en los distintos ritmos que requieren los distintos niveles de maduración o de avance de sus estudiantes y de los grupos que estos conforman. Algunas escuelas funcionan gracias a los apoyos en recursos, algunas otras a pesar de los escasos apoyos. El caso es que detectar las necesidades de la escuela no puede limitarse a identificar las necesidades de sus actores, sino que también en necesario conocer los entornos en los que pueden/deben satisfacerse esas necesidades, que trascienden los límites físicos del plantel escolar.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar