La educación y la Navidad
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Un grupo de niños y niñas entre 7 y 10 años escriben y envían una carta a Santa Claus o al Niñito Dios, les piden algunos juguetes y el videojuego de moda, pero también les piden que sus papás estén juntos, que ya no haya guerras en el mundo y que les vaya bien en la escuela.
La Navidad es una de las fechas más importantes en calendario civil cuando menos en occidente. En esta fecha tenemos la oportunidad de pensarnos en relación con el vínculo que establecemos con los demás. Si bien, ésta como otras muchas fechas se ha convertido en motivo para la adquisición de fetiches y de objetos a los cuales se adquiere sin necesidad. En otros ámbitos si es motivo para pensar la paz, la concordia y la armonía entre los seres humanos.
Independientemente de lo que tenga que ver con las creencias y costumbres de las personas, la Navidad se ha convertido en un motivo para detener los excesos y los abusos de poder, algunas naciones en guerra hacen un alto al fuego para hacer un intento y una búsqueda de paz, las familias se reúnen para compartir la cena e intercambiar regalos, lo importante es el encuentro. Muchas personas viajan desde lugares distantes para estar con sus familiares y poder reencontrarse aunque sea en un corto tiempo.
La educación y la Navidad se engarzan en un proyecto global que podría pensarse genéricamente como la Pedagogía del amor, en donde los seres humanos somos capaces de vivir civilizadamente, es decir, respetando a los otros como lo que son diferentes a nosotros.
Sin embargo, es digno reconocer que a últimas fechas el sentido de la Navidad se ha distorsionado, se trata de revertir este des-orden y darles justicia (social) a los que no la tienen y quitarles o desmantelar el exceso a los que tienen de más.
La Navidad no es, pero debiera ser para todos los que no tienen ni siquiera la comida del siguiente día asegurada, para los niños y niñas que no han sido educados para consumir o para pedir los artículos que van apareciendo producto de la mercadotecnia. La Navidad debiera ser para los niños indígenas, para los que no tienen dulces y ni siquiera un recipiente en donde colocarlos. La Navidad es para los desplazados, para los migrantes, para los que están lejos de sus casas, para los que viajan o se encuentran en tránsito esperando encontrar un mundo mejor para vivir. Así como les pasó a los peregrinos, según cuentan algunos villancicos que reconstruyen la forma de vida de la época, la Navidad debiera ser para los que no han tenido oportunidad de disfrutar de la satisfacción de esta época del año.
Por último, en esta estampa de Navidad, el deseo de quienes estamos en este proyecto es que cada quien tenga lo que necesita y que la educación en México se viva congruentemente bajo principios de respeto a las diferencias y de darle más a los que verdaderamente lo necesitan.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la Unidad 141 de la UPN Guadalajara. [email protected]