La educación en México: un paso adelante 500 atrás
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Quisiera comenzar este artículo planteando algunas interrogantes: ¿Cómo es posible verificar los avances educativos? ¿Cómo nos damos cuenta que el desarrollo educativo vive un proceso ascendente? ¿De qué manera podemos verificar de que avanzamos en educación? Las anteriores preguntas sirven de base para argumentar que en educación no es sencillo verificar los avances generado por el desarrollo educativo, mientras que en política o economía es relativamente más sencillo obtener indicadores, en educación aparte de que el desarrollo es más lento y más complejo no es sencillo “medir” o mostrar dichos avances.
Existen cuando menos tres formas o tres criterios para dar cuenta del avance educativo. Dichas formas son las siguientes:
a) Un primer criterio, se logra de manera comparativa tal como lo hace la OCDE con países de la región o a partir de criterios por desarrollo económico o afinidad política. Para ello se utilizan evaluaciones estandarizadas las cuales se aplican de manera estratificada sobre áreas o sectores que interesa medir.
b) Un segundo criterio también de carácter comparativo pero este se hace sobre la base del propio desarrollo histórico del mismo país a partir de compararlo con otras épocas, en otro momento o bajo otra administración. Aquí cabría una pregunta para el caso mexicano, ¿cuál ha sido el mejor momento de nuestra educación?
c) Y la tercera modalidad tiene que ver con el compromiso establecido en los propios programas de desarrollo, ligado éste a la política pública a los compromisos gubernamentales en función de la demanda producto de necesidades sociales.
Por las tres vías vemos déficit educativo, estancamientos en diversas áreas en nuestro país. No todos los niños y niñas que asisten a las escuelas de educación básica la concluyen, los aprendizajes adquiridos cada vez son mas pobres y menos relevantes para quienes los adquiere y lo más lamentable se comienza a dudar o se pone en entredicho la figura de los educadores y su trabajo.
Tal vez nuestro mejor momento educativo ha sido la educación rural mexicana, porque había una fusión entre el proyecto educativo, el trabajo de los educadores y la demanda social de los pueblos y las comunidades. Nuestro estancameniento educativo por no decir nuestro retroceso, obedece a la poca sensibilidad por educar sobre la demanda de lo que la sociedad necesita, en un mundo cada vez más competitivo y acelerado. No sabemos si el proyecto educativo actual nos llevará al avance o retroceso educativo. Lo que sí sabemos es que no queda del todo clara la propuesta o las estrategias del actual gobierno para avanzar en educación.
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. [email protected]