La educación: derecho y exclusión

 en Benita Camacho Buenrostro

Benita Camacho Buenrostro*

La educación en México es un derecho consagrado en la Constitución y es responsabilidad del Estado hacer que ello se cumpla; sin embargo, hasta hoy no ha sido posible garantizar el acceso y la calidad de dicha educación a todas las niñas y niños de nuestro país. Como en casi todos los países de América Latina, en el nuestro existen grandes desigualdades sociales; por ello, es necesario que la autoridad educativa atienda de manera prioritaria las necesidades específicas de los grupos sociales más desprotegidos.
En el informe sobre México que en 2010 presentó Vernor Muñoz Villalobos, relator especial comisionado por la ONU para realizar el estudio sobre el Derecho a la Educación, se han establecido a manera de conclusión dos grandes retos: abatir la exclusión que genera el propio sistema educativo y elevar la calidad de la educación. De acuerdo con los datos que arroja este informe, la tasa de rezago educativo sigue siendo muy alta en relación con otros países de la región y aún más considerando que se han hecho esfuerzos significativos para disminuirlo.
Según los datos de la SEP, aproximadamente una cuarta parte del total de la población en México se encuentra en rezago educativo; este concepto alude a la población del país mayor de 15 años que no concluyó sus estudios de educación básica, y a ello hay que agregar a los niños mayores de 3 años que no asisten a la escuela. Para quienes tuvimos la oportunidad de recibir educación esto es inimaginable; no obstante, el fenómeno se hace presente en todo momento, para lo cual basta echar un vistazo al número de niños y jóvenes que en cruceros o esquinas de la zona metropolitana de Guadalajara que venden golosinas, limpian vidrios o acompañan a sus padres en estas tareas. Todos ellos forman parte de ese enorme porcentaje de excluidos del sistema educativo y con ello de todas las posibilidades de una vida digna. En el citado informe, una de las conclusiones es contundente: en México prevalece una situación que profundiza o reproduce la inequidad: las poblaciones pobres reciben una educación pobre.
Para tratar de resolver esas desigualdades en educación, los gobiernos han establecido programas compensatorios o subsidios que pueden paliar temporal o parcialmente la situación; sin embargo, tratándose de un problema estructural esto no es suficiente, así que se requiere con urgencia una política articulada y de largo aliento que establezca metas y avance de manera consistente en la solución definitiva de este enorme problema.

*Profesora-investigadora del Sistema Virtual de la Universidad de Guadalajara. bcamacho@cencar.udg.mx

Comentarios
  • José Daut Leyva

    La educación forma parte estructural del entorno social en que se apoya un Estado y su gobierno. Cuando la educación era valorada como un medio de mejora social el Estado se preocupaba por apoyar y garantizar el empleo de alumnos. Actualmente no lo es, el debate se centra en el derecho a recibir educación aunque sea alfabetización metiendo el tema de calidad como un filtro para disminuir el acceso a niveles medios y universitarios. Triste panorama muy alejado de los ideales de Vasconcelos.

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