La educación de adultos: el proceso de aprendizaje no tiene edad

 en Alma Dzib Goodin

Alma Dzib Goodin*

La educación se ha extendido a distintos momentos de la vida con más y más velocidad. Antes la educación formal comenzaba en la primaria, a los 6 años, por lo que no era obligación, al menos en México que los niños asistieran al jardín de niños. Eventualmente, debido a las necesidades de las madres trabajadoras, se volvió prioridad que tuvieran espacios no sólo seguros sino de aprendizaje, por lo que se volvió prioridad que entre los 4 y 5 años se iniciara la educación formal, para tener un paso más firme al momento de ingresar a la primaria.
Actualmente, se da prioridad a la primera infancia, por lo que la educación formal se ha extendido a las primeras semanas de vida, para que las madres trabajadoras puedan trabajar y cuidar de sus bebés, con lo que la educación ha tomado el papel de proveedora del cuidado de los niños, dejando a los padres, abuelos y tíos sólo algunos momentos para la convivencia infantil.
Del otro lado del espectro, desde hace mucho tiempo, se encuentra la educación de adultos que fue la respuesta para aquellos que, debido a situaciones laborales, familiares o personales, no lograron completar sus estudios en tiempo y forma. Como respuesta a dicha necesidad, el 31 de agosto de 1981, por decreto presidencial se creó el Instituto Nacional de Educación de los Adultos, cuya meta en esos años era resolver el analfabetismo entre los adultos.
Su historia, sin embargo, tiene un poco más de tiempo, por ejemplo, en los años 30, una de las primeras medidas fue obligar a los trabajadores mayores de 15 años a asistir a clases nocturnas, por lo que se habilitaban escuelas primarias que durante el día atendía a niños y durante la noche abrían sus puertas para que los adultos, bajo amenaza de perder su empleo si no estudiaban, pudieran atender clases diseñadas para sus necesidades, y para 1948 se creó la Dirección General de Alfabetización para crear un programa Nacional de alfabetización de adultos, sin embargo, a pesar de los esfuerzos, en 1975 se contaron más de un millón de adultos analfabetos, por lo que era necesario comenzar un acción que impactará dicha cifra, por lo que surgió el Sistema de Escuela Abierta con el Centro de Acreditación de Estudios, cuyo objetivo era apoyar para que los adultos culminaran sus estudios.
El INEA surgió, como ya mencioné en 1981 cuyo principal objetivo era ocuparse de 31 millones de mexicanos que no hubiesen concluido la primaria o la secundaria y actualmente el INEA prepara a los adultos para la educación preparatoria en sistema abierto, mientras que la UNAM los prepara en sistema escolarizado, con el fin de que sigan adelante en sus metas académicas.
A pesar de las necesidades de la población, existe poca investigación de las características de los adultos analfabetas quienes son trabajadores con familias, con poco tiempo para dedicar a los estudios, pues deben trabajar jornadas largas, ya que las necesidades económicas de sus familias dependen de que los estudiantes consigan mejores oportunidades laborales que requieren mayor nivel de estudios, y más tiempo en las aulas.
El gran error que se comete es suponer que ellos son como cualquier estudiante, cuando en realidad, duermen poco, comen mal, dividen su tiempo entre el trabajo, la familia y la escuela, dependiendo de su edad muchas veces ya olvidaron los hábitos de estudio por lo que han de forzarse a sí mismos para crear hábitos y habilidades que han quedado en las aulas de clase regular.
Quisieran estudiar en el menor tiempo posible, entre menos meses dedicados es mejor si logran obtener su certificado, pues deben dar prioridad a las materias, los exámenes, las necesidades de sus hijos y su empleo. El empleo es su mayor preocupación, aunque al mismo tiempo si no estudian, no se les permite seguir, de ello depende su futuro y tienen la promesa de que un día tendrán aumento de salario.
Socialmente se entiende que hay un tiempo para todo, cuando se es niño. se ha de ir a la escuela y estudiar, completar los estudios en estos tiempos parece la prioridad, vamos ¡tu único trabajo es que vayas a la escuela!, pero a veces distintas cosas pasan, principalmente cuando un miembro de la familia fallece o bien, se desintegra la familia, los hijos deben comenzar a trabajar para apoyar en casa, no se hacen muchas preguntas, se ha de cumplir y uno o más miembros se sacrifican para que los demás salgan adelante, “más tarde tendré tiempo de retomar mis estudios”, al menos eso se piensa, y es entonces que pasan 2, 3, 5, 9 años… y entonces las condiciones se vuelven complicadas, para entonces ya hay hijos, esposa o esposo, un empleo mal pagado…
Estudiar para los adultos tiene un significado distinto a cuando se es joven, los exámenes no se aprueban simplemente, implica mucho más que una calificación, a veces significa la diferencia entre un par de pesos más, menos horas de trabajo, un empleo más cercano, seguro médico, es entonces que la educación cobra sentido y se mira como un bien.

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com

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