La desigualdad, ¿se quita con educación?
Miguel Bazdresch Parada*
Es un lugar común: los males padecidos por la sociedad se curan, al menos un poco, con la educación universal de los miembros de la sociedad. Si usted está educado tendrá, dicen, trabajo, empleo y salario remunerador. Si usted está educado, dicen, tomará las medidas necesarias para que sus hijos, hijas y familiares en general, se eduquen. Así, habrá movilidad económica, pues los descendientes tendrán mejoras ingresos que la generación de usted, y se evitará la reproducción de los pobres y la pobreza. También, dicen, si usted está educado, podrá comprender la importancia de conocer cómo tomar parte en la mejora social y apoyar los movimientos, reformas y acciones colectivas en pro de resolver los problemas de nuestra sociedad. Además, si usted está educado puede aprender y comprender las destrezas básicas de nuestra cultura: hablar, escribir y leer en la lengua nacional y en los lenguajes de la ciencia, la historia, la geografía y las prácticas tradicionales con las que se cuidan y cultivan esos conocimientos y valores.
Este discurso ya tienes sus lustros. No se cuestiona a pesar de que los problemas económicos, sociales y políticos de nuestro país no ceden y a veces se vuelven más graves. Quienes miden algunos fenómenos nacionales, el INEGI, por ejemplo, nos avisa de las altas tasas de educación de los niños, niñas y jóvenes mexicanos. Y al mismo tiempo del incremento de la pobreza entre esos mismos mexicanos educados o en trance de serlo. También del incremento de la desigualdad entre los diferentes estamentos de la sociedad mexicana.
No es este un asunto mexicano. Es mundial. Un reciente estudio de la crisis global de la Fundación OXFAM, comunicado en un informe titulado “Tiempo para el cuidado: El trabajo de cuidados y la crisis global de desigualdad”. El informe revela, por ejemplo, que “La desigualdad económica está fuera de control. En 2019, los 2153 mil millonarios que hay en el mundo poseían más riqueza que 4600 millones de personas”. El informe afirma que “Esta enorme brecha es consecuencia de un sistema económico fallido y sexista que valora más la riqueza de una élite privilegiada, en su mayoría hombres, que los miles de millones de horas del esencial trabajo de cuidados no remunerado o mal remunerado que llevan a cabo fundamentalmente mujeres y niñas en todo el mundo”. No dice que es falta de educación o de personas educadas. Es un asunto de cómo funciona esta sociedad globalizada, educada. Dicho de otro modo, si hay dinero para resolver los problemas; lástima que esté en muy pocas manos amigas de compartirlo.
La educación no es política económica. Sí es comprender con cuáles decisiones y valores privilegiados se construye y reproduce este mundo desigual. Y, sobre todo, cómo puede cambiar a mejor. Está es la tarea primordial de la educación hoy.
El informe se puede consultar en: https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/620928/bp-time-to-care-inequality-200120-es.pdf (Visto 19-04-21).
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]