¿IAG o todo lo demás?

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

 

Cada día, es más frecuente encontrar notas, conversaciones, artículos, oferta de cursos y diplomados y otras propuestas sobre la inteligencia artificial generativa (IAG). Lamentable nombre a cosas, artefactos quizá, que no tienen inteligencia. Y así, la conversación sobre los avances de la tecnología digital se llena de ruidos, verdades a medias, sentencias apocalípticas, peticiones de limitar esos aparatos al ropero o bien peticiones de inundar las instituciones productivas y educativas con materiales denominados con ese sustantivo valioso: “inteligente”.

Vale la pena reproducir algunas declaraciones importantes de Carlos Magro, investigador español, ahora presidente de la Asociación Educación Abierta dedicada hace varios años a la innovación educativa, entrevistado por NOBBOT, un sitio español dedicado al estudio y divulgación de lo que denominan “Tecnología para las personas” (ver: https://www.nobbot.com/pantallas-en-las-aulas-carlos-magro/).

A la pregunta sobre su parecer sobre la polémica por la IA, Magro dice:

 

“No diré que me sorprende, pero sí me ha llamado la atención su impacto. Creo que es una polémica vacía e insustancial en la que confluyen intereses distintos, cuando no contrapuestos, y que no nos ayuda a abordar un tema tan complejo”.

 

En relación con el rumbo de la polémica, Magro deja claro lo cuestionable de prohibir la IAG, pues no atiende el centro de la problemática a la cual, en todo caso, puede contribuir los adelantos tecnológicos en cuestión. Lo dice así:

 

“Escolarmente es una polémica falsa (el uso de los teléfonos móviles ya estaba regulado en todos los centros educativos), construida desde el pánico moral, que desvía la atención de asuntos mucho más urgentes y relevantes… que tienen que ver con unos recursos siempre escasos… con la misma estructura del Sistema Educativo que provoca… que no estemos cumpliendo con el derecho a la educación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes” (fracaso escolar, segregación, inequidad, falta de oportunidades educativas).

 

Así, las cuestiones a decidir no son por las tecnologías, sino en cuál de las partes del proceso educativo la utilizamos, porque ya sabemos cuál es el aporte de su aplicación. Magro lo describe así:

 

“La relación entre tecnología y educación no es ni sencilla, ni directa. Es una relación compleja y llena de aristas. Uno de los mayores problemas ha sido su incorporación y traslación directa, desde otros contextos, a las aulas, en muchas ocasiones, sin crítica ni reflexión y con apenas marcos teóricos… En tiempos saturados de tecnología como los actuales, es más importante que nunca reclamar lo educativo de la tecnología educativa. Educar la tecnología educativa. Pero esto no es negar el papel de la tecnología en la educación”.

 

Urge en nuestro contexto educacional realizar algo parecido a una “puesta al día” sobre la índole de la tecnología digital y, desde ahí, plantear los muchos modos concretos de su articulación a los procesos educativos propios de nuestros modos de educar y con la meta de superar lo que hoy no está funcionando en la educación, a pesar de la tecnología hoy utilizada.

 

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]

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