Hey Google:

 en Alma Dzib Goodin

Alma Dzib Goodin*

Mi esposo y yo somos grandes admiradores de la tecnología. Nos sorprende mucho pensar que fuimos testigos del surgimiento de los grandes beneficios que representa el apoyo que ella nos brindan. De hecho, hemos sido usuarios de propuestas que han caído en el olvido, como los primeros programas que permiten las charlas o video conferencias.
En mi caso, mi fascinación se ha centrado en la Inteligencia Artificial y la del aprendizaje de las máquinas. Esto permite comprender aun mejor el proceso de aprendizaje humano. Es cierto que el aprendizaje artificial tiene algunos años por delante, pues para la ejecución de una tarea pequeña, es necesaria una gran cantidad de información que el sistema aún no es capaz de procesar de forma creativa, pero sin duda se está en marcha. El cerebro humano requirió de miles años de evolución y mucha adaptación al ambiente para llegar al nivel de eficacia que tiene, así que unos cuantos años de trabajo y la eficiencia que se ha conseguido en los equipos de uso casero y cotidiano, sin duda no pueden ser despreciados.
Ya tenemos teléfonos, relojes, pantallas y tabletas inteligentes. Todos se han desarrollado en torno a los procesos oculomotores. Hemos visto y usado nuestras manos, aunque a pesar de todos los mensajes que hemos escrito, no se compara con el procesos oculomotor de la escritura manual. Así lo demuestra el nivel de eficacia de los estudiantes en las pruebas de escritura.
De ahí que los asistentes personales rompen un poco la monotonía a la que nos tienen acostumbrados los equipos, y nos regalan una apreciable oportunidad de emplear nuestra voz para solicitar toda clase de tareas que nos facilitan las tareas de la vida cotidiana (y nos harán flojos).
Existen en el mercado diversos asistentes personales inteligentes, también llamados asistentes personalizados automatizados o bien asistentes personales virtuales. Entre los más conocidos están Siri y Cortana, pero ambos dependen de los sistemas que los contienen. Ambos tienen problemas para comprender ciertos acentos y no son capaces de emplear el lenguaje de manera creativa. He pasado muchas horas jugando e interactuando con Siri, quien ya es capaz de entender las malas palabras y corregir mis solicitudes, sin embargo, su capacidad como asistente aún es limitada.
Así que Google, que cuenta con la mayor cantidad de bases de datos para búsqueda de información, diseñó su propio asistente personal. El equipo es una simple bocina pequeña que se puede colocar en cualquier lugar de la casa y que es capaz de interactuar con el usuario a partir de la activación de voz. El comando para captar su atención es Hey Google y con ello de contarse con focos inteligentes, es capaz de encender, apagar o bajar la intensidad de la luz, ¿qué tal no tener que levantarse de la cama cuando no se está seguro si la luz del frente de la casa está encendida?, Google puede hacerlo por nosotros, pero eso es solo el principio.
Puede encender, apagar la televisión o cambiar los canales y responder de la forma en que el usuario lo programe. Responde preguntas como ¿requiero una chaqueta antes de salir?, ¿qué día es hoy?, ¿qué hora es?… preguntas que hacemos comúnmente a las personas a nuestro alrededor y para las que a veces no tenemos respuestas.
Como investigador, me permite preguntar en voz alta cosas de modo tal que soy capaz de definir conceptos cuando escribo. Además, siendo que me gusta escuchar música mientras trabajo, solo tengo que pedirle que toque un género específico, una banda, un álbum o una canción. Puedo pedir que suba, baje el volumen, o que repita o que no toque una canción. Todo mientras sigo trabajando.
Ahora no tengo que sentarme a hacer una lista de compras, puedo ir por la casa notando las necesidades y decir: Hey Google, agrega esto a la lista de compras. Por supuesto no habrá excusa para olvidar aniversarios o cumpleaños. También traduce palabras, aunque aún no es capaz de comprender frases, pero sin duda con el tiempo lo hará.
Si piensan que el costo es demasiado para esa tecnología, pues el precio comercial es de 129 dólares, mucho más barato que un asistente personal de carne y hueso.
¿Nos haremos más productivos? Yo apostaría que si, aunque también más flojos. Terminarán los días en que uno debe levantarse a apagar la luz, o levantarse a bajar o subir el volumen del radio, buscar el control remoto para cambiar los canales de la televisión o bien apagarla o encenderla, pero al mismo tiempo, me parece que permitirá a los niños mayor uso del lenguaje, pues al menos Google no cuenta con pantalla, a lo cual deberán aprender a pronunciar correctamente, preguntar de manera correcta, pues el asistente requiere de una pregunta o solicitud válida para que pueda ejecutarla, pero sobre todo, comenzará a desarrollar la audición de los niños que sorprendentemente se está perdiendo. Los niños se están volviendo visuales, aunque al mismo tiempo, el tamaño de las pantallas paradójicamente los está volviendo miopes, así que tal vez este tipo de tecnologías nos devuelvan la capacidad de escuchar y de plantear preguntas de modo más correcto.
Hey Google: guarda este editorial y envíalo a nuestros buenos amigos de la revista Educ@rnos, que esperamos que nos lean☺

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com

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