Hasta mediados de julio

 en Jorge Valencia

Jorge Valencia*

Un ciclo escolar más… Como en los últimos años, los maestros se ven obligados a alargar las clases y acortar sus vacaciones. Las instituciones de educación básica siguen sufriendo por reportar calificaciones cuando aún faltan dos semanas para la conclusión oficial.
Los padres de familia desearían que las clases se postergaran hasta el 20 de agosto y que las vacaciones fueran para ellos, no para sus hijos. Los alumnos están de vacaciones desde el principio de junio; el resto es mero trámite.
También están las familias que aprovechan la temporada baja para vacacionar, aunque aún queden 3 semanas de clases. Exigen a los maestros que evalúen a sus hijos sin tomar en cuenta sus ausencias. Los maestros hacen milagros para imponer criterios justos; cuando menos razonables.
Resulta una hazaña atender grupos con la tercera parte del alumnado. Los niños y adolescentes ya no quieren estar ahí. El mejor premio para muchos es que los expulsen o les den “trabajo a distancia”. Los alumnos perspicaces saben que un 10 en uno de los bimestres les hará pasar la materia aunque no hagan nada el resto del año. Y que los más interesados en que nadie repruebe son sus propios maestros: elaborar el examen extraordinario, calificarlo y dar un curso remedial… Y argumentar al director, a los papás, a los coordinadores… El 6 resulta la mejor solución. Detrás de cada nota aprobada de panzazo, hay un fracaso formativo que nadie se atreve a reconocer.
Los maestros con más convicciones siguen “con tema”. Empiezan a explicar lo previsto para el siguiente año, “así haya un solo alumno”, dicen con orgullo profesional. Los demás maestros ya bajaron los brazos a mediados de junio: se resignan a la desolación y al cinito para entretener a los pocos que asisten. La justificación de “Braking Bad” es intrincada para una clase de Mate de segundo de secundaria. El director lo permite porque ya no quiere pleitos.
Algunos profesores piensan cambiar de escuela. Ya hicieron entrevista y esperan un mejor salario. Avisarán hasta que sea posible para recibir el pago de las vacaciones. Si se puede, hasta el 14 de agosto. Entre tanto, se portan como los empleados más leales. Su discreción merecerá una recompensa.
Los alumnos que salen de tercer grado de secundaria ya se sienten de la prepa. Prefieren no pelar al prefecto y hablar de cosas “de grandes”: el coche prometido, las vacaciones en la playa donde vivirán una aventura amorosa, el torneo de fut de la selección… Sin alcanzar a valorar que son las mismas cosas que hablarán en los próximos cincuenta años.
Las lluvias vuelven la rutina más complicada. Levantarse temprano justifica a Kant. Mientras que el día nublado reconcilia la simpatía por Schopenhauer.
En temporada de “After party”, dar clases durante julio significa confirmar el rencor hacia el mundo. La letra ya no “entra con sangre”, como dicen los viejos, sino con fastidio y desilusión. Faltan quince días más.

*Director académico del Colegio SuBiré. jvalenci@subire.mx

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