Guía ética

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

La distinción entre el bien y el mal configuran la plataforma en dónde se asienta el desarrollo de la moralidad, el sentido de la formación ética.
Desde la dimensión pedagógica se sabe que el desarrollo del juicio moral en la inteligencia humana, es un proceso que requiere de condiciones y experiencias ricas en el ámbito social, familiar y escolar.
Educar la moralidad de un sujeto y formarlo como un ciudadano de comportamiento cívico y ético es complicado.
Es complicado, porque hay poca elaboración didáctica de las formas y los caminos, pero lo es también porque estamos en un ambiente social donde el comportamiento de este tipo, tiene contraejemplos todos los días y en casi todas las instituciones públicas y privadas.
La experiencia democrática en México, muy particular y socialmente desacreditada, ha dado a luz a un abanico de partidos y fuerzas políticas cuya ética en el ejercicio del poder está reprobada.
Hay una sociedad en lo político débilmente formada, desangelada; hay animadversión a muchos de los personajes que han accedido al poder por la aguas turbias de la democracia para la elección de cargos en los tres niveles de gobierno.
Desde el Carranceo hasta el Despeñadero, casas blancas, estafas maestras y cabildeos de reformas energéticas y educativas, compra de elecciones como la de Del Mazo en el Estado de México, hay un rico anecdotario de las mil formas de inmoralidad como se saquea a los mexicanos.
Falta ética y civismo en los partidos políticos, ética en los gobiernos estatales, en los cabildos; ética en el comercio nacional, en el sistema bancario, en las compañías telefónicas, etcétera.
Hay necesidad de formación y práctica de la moralidad en la sociedad mexicana.
Las universidades –las antiguas y las nuevas– como centros de producción de conocimiento y como formación de los recursos humanos necesarios al desarrollo del país han dejado ayunos de moralidad y compromiso social a muchos de sus egresados, que en términos reales se convierten en capataces de la sociedad que les financia su preparación.
Véanse los ejemplos de ex gobernadores con flamantes títulos universitarios y licenciados en tropelías y huachicoleos. Insaciables, saqueadores, asesinos, ricos, galanes de página rosa, inmorales.
El debate de la ética es por eso necesario y más actual que nunca.
La competitividad aplaudida en Occidente y la cultura del éxito como carrera de ratas dónde todos van por el mismo queso, es la mentalidad que acota las posibilidades de formación de un sujeto ético, practicante de valores universales y hacedor corresponsable de la relación saludable con el otro.
Las universidades públicas están obligadas a formar al profesionista hacedor de una economía con rostro humano para que la sustentabilidad y la sensibilidad con el bienestar de las mayorías no sean retórica de campañas ni cinismo de programa de gobierno.
La ética, la ausente del servicio público. Ahora se echa de menos en los consultorios y los hospitales; en los juzgados y los sistemas penitenciarios, en las curules y en los palacios de gobierno.
La sociedad posmoderna y la oferta de estímulos audiovisuales accesibles para las masas juveniles millennials sobre todo, ralentizan el aprendizaje de aquellas estructuras que forman la deseable educación moral.
Pero también la familia en crisis, la sociedad a la deriva en materia de valores, la oferta antivaloral de los vendedores de información, de los maestros de la prensa y propaganda.
El pronóstico ante el inmovilismo económico producido por la pandemia es la exacerbación de la crisis y la necesaria emergencia de un hombre y una mujer que aprendan con rapidez la nueva ética del encuentro con el otro y el respeto a la legalidad; que estén en posición de revolucionar la convivencia y de reconstruir lo perdido.
Justo cuando se generaron condiciones legales para legitimar ante la sociedad mexicana distintos cambios como el adelgazamiento del Estado y la venta de empresas paraestatales, TLC y TLCAN, reformas estructurales –eventos por cierto aplaudidos en cien voces por el periodismo chayotero–, fue cuando se acudió al canto de las sirenas de la formación en valores para generar consenso.
Una ética sin contenido real es eternizar el retraso y romper a medio camino el salto cualitativo para generar mejores condiciones de vida para todos.
La guía ética en referencia ubica al pragmatismo extremo en el que se cayó en el régimen neoliberal en México desde los años ochentas. El periodo del que se parte se queda corto, pero es el que explica en lo inmediato los nudos de problemas que ahora enfrentamos económica y socialmente.
Más allá del tiempo y el espacio, es en la época colonial, cuando encontramos vestigios de la pseudocultura de la corrupción, en esa relación siamesa entre poder político virreinal y clero; demos un repaso por ejemplo al esquema administrativo y político de la Nueva Galicia.
En el virreinato de la Nueva España encontramos un proyecto de formación valoral del indígena y del mestizo desposeído donde de manera nítida se enseña a rezar, pagar impuestos y obedecer.
En esta coyuntura se construyeron capillas y se institucionalizaron vírgenes regionales y peregrinaciones; se formó una escuela elitista para los menos, mientras la ignorancia y la pobreza era el destino manifiesto de las mayorías.
De reciente e igualmente triste memoria, en los gobiernos pri-panistas y algunos camaleones, claros en sus metas conservadoras, que tomaron por asalto democrático gobiernos estatales, curules y gobiernos de la República, se acudió a la cortina de humo del lenguaje, para desde la planeación estratégica y bajo textos muertos sobre misión y valores, asumir la gestión gubernamental con principios de administración de la empresa privada y con fines recaudatorios.
Volvamos al punto.
La semana anterior se publicó el documento “La guía ética para la transformación de México”, que de inmediato generó debate y posicionamientos diversos sobre los principios y valores que refiere.
Cómo muchos temas, en los dos últimos años, la guía ética se ha politizado. Dio por ejemplo tema a los oradores en la inauguración virtual de la FIL 34 en Guadalajara.
En esa división imaginaria del debate político partidista dónde hay alianzas insostenibles, desde la congruencia ideológica se hace pugilismo entre “chairos y fifís”, se toma el pódium en algunos congresos locales, de la Feria Internacional del Libro virtual, desde el Fondo de Cultura Económica, y se hace de los libros y la cultura, trinchera política.
Ignorancia supina del espíritu del debate de ideas, protagonismo cómodo sobre los tipos de Gutenberg para justificar desencuentros sobre paquetes presupuestales y militancias pobres, sobre los lomos de las finanzas de la empobrecida República.
La lectura y el libro como objeto son medios de ideologización poderosos, a guisa de ejemplo sólo los libros que integran las biblias, el Corán, el Príncipe de Maquiavelo, la gramática del castellano de Antonio de Nebrija, el manifiesto comunista de Marx y Engels, Mi Lucha de Hitler, el Libro Rojo de Mao Tse Tung o las variadas versiones de la historia de los descendientes de Hernán Cortes y Bernal Díaz del Castillo.
Desde la trinchera “conservadora”.
La guía ética para la transformación de México pretende instaurar la ideología del actual presidente, pretende ideologizar para luego perpetuarse en el poder.
Hoy que necesitamos gobernabilidad. Hay mucho odio en demasiadas voces en el marco del segundo informe de gobierno de la presidencia de la República.
El reforzamiento de los valores éticos es necesario con o en independencia de la coyuntura política, con amplitud de miras o con miopía de las dirigencias partidistas embriagadas con las mieles adictivas del poder.
El pueblo, al que una y mil veces han defraudado los líderes políticos, necesita de una formación política, cívica y moral para que esté en mejores posibilidades de tomar las decisiones adecuadas en las urnas.
La guía, al final insuficiente para la transformación moral de la sociedad mexicana alude a 20 principios y valores que sintetizan los derechos del hombre desde la Revolución Francesa, el ideario de Morelos y Juárez, los propios preceptos de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos vigente y conceptos muy propios como el de no traicionar, sostenidos por el presidente de la República como candidato y en los dos años de su gestión.
La guía refiere:

• Respeto a la diferencia.
• La vida.
• La dignidad.
• La libertad.
• El amor.
• El sufrimiento y el placer.
• El pasado y el futuro.
• Gratitud.
• Perdón.
• Redención.
• Igualdad.
• Verdad, palabra y confianza.
• Fraternidad.
• Leyes y justicia.
• Autoridad y poder.
• Trabajo.
• Riqueza y economía.
• Acuerdos.
• Familia.
• Animales, plantas y cosas.

El documento suscrito por Enrique Galván Ochoa, Pedro Miguel, José Agustín Ortiz Pinchetti, Jesús Ramírez Cuevas, Margarita Valdés González Salas y Verónica Velasco Aranda invita al debate, al pensamiento divergente, en materia de ética y ante un escenario catalogado como de declive moral no puede ser de otra manera.
Practiquemos la lectura y hagamos práctica de nuestra propia guía moral para mejorar la convivencia nacional.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]

Comentarios
  • M. Xavier Borges A

    Este artículo, ameno, informado, histórico, realista, ágilmente nos permite señalar, como dos palabras Ética y Moral, hacen falta en su concepto amplio en la formación del ciudadano, hoy son alumnos en nuestras Escuelas y
    aunque la familia, la sociedad y el gobierno nos presentan la cara opuesta de la moneda y el ciudadano común, está convencido, de que ya vendrá un mesías a componer los “entuertos, Sancho …” Y los problemas del país, no tienen que ver con su vida. Hay algunos jóvenes, Quijotes, muy contados, que leen y
    piensan, se impacientan y hacen referencia a la “Primavera Árabe” mediante las redes sociales. Las ciencias naturales y sociales, nos demuestran como las estructuras obsoletas, son destruidas, por sus contradicciones, lentamente o violentamente.
    Felicitar a nuestro admirado, amigo y compañero Rubén Zatarain, por este Artículo y los anteriores, aquí publicados.

  • Griselda Gómez de la torre

    Conciliar una visión social de moralidad que permita ser el faro que guíe el comportamiento social emancipador del ser humano, representa un pacto nacional de la sociedad a la que aspiramos.
    El estado no es el Gobierno, lo hace su gente con una mente clara y un corazón dispuesto.
    Lo que hace a un estado, son las cualidades de sus habitantes, mientras más cualidades aportemos, mejor será el Estado.
    Las personas valientes y con cualidades, hacen naciones poderosas, de ellos saldrán buenos y sabios gobernantes, estudiantes, ciudadanos, juntos construimos un poderoso y gran estado .
    Desde nuestra función educadora, nos compromete en la praxis de una educación liberadora, fomentando el pensamiento crítico – reflexivo, en un marco de complejidad social, económica y política.
    Construir un acuerdo social con la moralidad que dirija el comportamiento en comunidad de la sociedad que se construye y vive en el día a día, representa la formación de la
    conciencia social, la brújula que orienta la forma de ser y estar con el otro: “El amor al otro, es la esencia del humanismo”.
    Agradeciendo al Dr. Rubén Zataráin Mendoza por su aporte reflexivo de cada semana.

  • Armando Rojas

    Buen artículo para abrir el debate, los desafíos para las instituciones están en los còmos

  • Rose Eisenberg Wieder

    Trabajé por mucho tiempo como docente e investigadora en la formación valoral ambiental y para la salud trabajando en talleres desde la Investigación Acción Participativa (IAP)en la UNAM. Ahora estoy jubilada desde el 2014 y abordo la formación valoral para la salud y ambiente desde la perspectiva del Método Feldenkrais que implica, movimiento, sensación, emoción y sentimiento. Porque? porque efectivamente es complicado la formación ética. Cuando trabajé bajo la IAP como estrategia la misma tiene diferentes vertientes de acuerdo a varios autores. En general se requiere, ante todo, estar con todas las antenas bien puestas para acompañar y facilitar al grupo que trabajen a partir de uno o varios dilemas que ellos mismos hayan vivido a nivel profesional o cotidiano . Aplicando esta estrategia de formación valoral para profesionales de diferentes carreras en dichos campos, mencionaron que estamos poco formados para la participación positiva, el debate y la mediación, en los retos que se enfrentan a nivel formal e informal. También trabajé, siempre apoyada por profesionales y desde esa perspectiva de investigación y pedagógica, a nivel de comunidades extraescolares tanto cercanas al Estado de México como lejanas, en Guerrero, Yucatán, Michoacán entre otros y en varios países de América Latina. En una sociedad tecnocrática impuesta desde hace tiempo, centrada en un valor central – la economía primero – donde se evita hablar de las la emociones implicadas en los dilemas (los valores tienen directa relación con las emociones), se desea, en general, no hablar de emociones involucradas, y se buscan soluciones fáciles a retos profesionales y cotidianos donde hay que decidir a rajatabla, sin analizar de manera crítica las emociones implicadas al clarificarse bien y con sistematización, los puntos de vista diferentes para encontrar confluencias. Hay mucha pereza desde la infancia en la educación formal, no formal e informal. En una investigación hecha a docentes de posgrado de cómo formaban valoralmente a sus estudiantes, mencionaron la mayoría, que apenas tenían tiempo para su materia y que eso era de “otra disciplina”. La cartilla Moral editada en 1952 y reformulada en1992 para maestros es material desconocido, de desprecio, u olvidada en aras de la libertad. En su escrito, no percibo con claridad cual sería su propuesta para retomar la formación valoral o si quieren llamarla ética. Si navegan en mi pagina web, podrán encontrar artículos al respecto.

    • revistaeducarnos

      Saludos Rose, siempre es un placer saber de ti y leerte.

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