Futuro incierto o la provocación al magisterio
Jaime Navarro Saras*
A un año y ocho días para que termine la gestión del gobierno actual, el “de las reformas”, donde (por estas fechas) de una u otra manera el ciclo escolar 2018-2019 estará culminando su tercer mes y los maestros habrán entregado las calificaciones del primer bimestre, para entonces ya sabremos de que color se pintarán el congreso, el senado, los gobiernos, congresos y regidurías de los estados y municipios y, la más importante, la residencia de Los Pinos. De igual manera, el SNTE habrá hecho sus cálculos para saber con quién y cómo se negociará el capital político y electoral que significan un millón 200 mil trabajadores de la educación.
En ese trayecto de 373 días, los maestros serán invitados de piedra o protagonistas del devenir político tanto como gremio o como individuos según sea su decisión, desde el punto de vista colectivo poco hay que decir y aportar, ya que a la fecha pocos políticos han logrado capitalizar para sus fines esa fuerza desmembrada. El SNTE-PANAL no ha convencido en la realidad al grueso de magisterio, se comenta entre pasillos que los dirigentes que se involucran en el PANAL como candidatos o simples promotores del voto no pueden juntar los votos ni de sus familias y allegados, menos aún los del grupo de trabajadores que están adheridos a la delegación o Sección que representan.
Pareciera ser que políticamente los maestros tienen de dos sopas: o se someten acríticamente a las decisiones que surjan desde las delegaciones, secciones y la dirigencia nacional (coloquialmente llamados Charros), o se involucran con la CNTE y grupos afines (llamados disidentes). La verdad es que no es así, el abanico es mucho más amplio, no todo es blanco y negro, este maniqueísmo manipulador y construido desde la posición de quienes controlan al magisterio es una de tantas leyendas urbanas, lo han hecho así por el beneficio que les ha redituado históricamente al hacerle creer a los maestros que si no están con el SNTE están contra éste, lo cierto es que hay un tercer grupo y que es infinitamente más grande que el de los “charros” o “disidentes”, obviamente me refiero al de los apáticos, son aquellos que podrían estar de acuerdo con una postura o con otra, que incluso han participado en una u otra actividad con un grupo o con el otro pero que no son consecuentes, la motivación les dura lo que dura un cerillo encendido y una vez pasada la inercia regresan a su estado de comodidad, o como dicen muchos de ellos: para que te metes en problemas.
La condición profesional de los maestros está como está por diversas razones, principalmente por su apatía, su ausencia de identidad y la casi nula conciencia de clase. El trabajo en colectivo (políticamente hablando) simple y sencillamente es casi inexistente entre los maestros porque el Estado junto con el SNTE así lo decidieron desde hace muchos años, gobiernos vienen, gobiernos van y las condiciones laborales no cambian, sino todo lo contrario, van de mal en peor y (lo más triste) poco hacen con liderazgo o sin él para exigir mejores condiciones de la profesión.
Ahora más que nunca se requiere de la fuerza de los maestros para influir en las decisiones del país, no es posible que la apatía siga reinando en la actitud de cada uno de ellos, es preferible que los maestros se pinten de los distintos colores de la política y que cada uno actúe dinámicamente a que lo sigan haciendo como hasta ahora, deseamos que no sea más la inercia quien mande en las decisiones magisteriales, sino la participación crítica, propositiva y protagónica que permita construir caminos que lleven a los maestros por rumbos distintos como los que conocemos y, desgraciadamente, no han sido los mejores para los que requiere una profesión tan digna como la que realizan día a día en las escuelas.
*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com