Filantropía ¿verdadero amor o conveniencia?
Marco Antonio González Villa*
Es obligado empezar con la etimología para brindar contexto al argumento. El término filantropía es de origen griego y proviene de la unión de dos palabras, de filos, que se traduce en este caso como amor, y antropos, cuyo significado es hombre, por lo que “amor a los hombres” o “amor a la humanidad” son acepciones válidas y consensuadas.
Histórica y culturalmente, la Filantropía ha sido representada como eventos o campañas en las que personas de clases privilegiadas económicamente, recaudan dinero para donar a una causa social. Las razones por las cuales una persona o familias donan dinero pueden ser diversas: solidaridad, altruismo, ética, hermandad, pero también pago de culpas, pose, ego, entre otras posibilidades, por lo que podemos identificar motivaciones sociales y personales en el acto.
En días recientes, el presidente de México y su grupo parlamentario han señalado que habrá un límite para las donaciones que se pueden realizar con causas filantrópicas, lo cual ha generado la molestia, la inconformidad y el cuestionamiento de diferentes grupos y sectores, principalmente de grupos de derecha.
¿Por qué la molestia? La explicación es relativamente simple, pero genera dudas y suspicacia en la forma en que estos grupos entienden la filantropía. El gobierno tiene la obligación constitucional, y moral, de atender a toda persona o grupo que se encuentre en una situación de vulnerabilidad; cuando el gobierno no puede dar respuesta o solución a sus demandas, corresponde a la sociedad civil levantar la mano. Sin embargo, apareció entonces una condición económica que desvirtuó por completo esta respuesta: las donaciones que se hacen son deducibles de impuestos, por lo que muchas personas han visto en esta opción una forma de evadir sus responsabilidades fiscales, no con el gobierno, con el país.
Muchas fundaciones y asociaciones subsisten con recursos producto de estas donaciones, atendiendo de esta manera a niños y niñas maltratadas, en condiciones de pobreza, en situación de calle, con limitaciones para acceder a la escuela, entre muchas otras causas, pero también se han “inventado” organizaciones que sirven exclusivamente para que se pueda justificar la deducción de impuestos.
Podemos encontrar en periódicos, internet, redes sociales, televisión, diferentes notas periodísticas y videos, de personas dirigentes de organizaciones o donadores, atacando la medida propuesta, indicando que, de esta manera, muchos y muchas beneficiadas con las donaciones serán afectadas, haciendo responsable al Gobierno de esta situación.
La lectura entre líneas que se puede hacer de estos mensajes no deja bien paradas tanto a las personas donadoras como a las asociaciones y fundaciones: ¿ya no harán donaciones porque no serán deducibles de impuestos? Uno hubiera pensado que, independientemente de si es deducible o no, las personas donarían dinero por la causa, no por el beneficio personal fiscal. Se puede donar dinero incluso de forma anónima, pero al parecer esperaban los reflectores y el beneficio económico. Es amor o conveniencia.
Obviamente no queremos quitarle responsabilidades al gobierno, que debe ser garante del cumplimiento de los Derechos Humanos y con ello atender a toda población vulnerable, pero es también importante develar situaciones que aparentan ser filantrópicas, pero terminan siendo autocomplacientes. Sería bueno que los donadores no altruistas y no solidarios nos brindaron su definición de filantropía. Por curiosidad ¿no?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]