Estructuras de sometimiento y su modificación

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

¿Notará un pez que está mojado? En su ambiente natural, es difícil que un pez pueda notarlo. Lo mismo sucede con los seres humanos cuando están sometidos por las estructuras diseñadas específicamente para tales efectos.
Existe una tradición de estructuras de sometimiento que se detectaban fácilmente a partir de lo externo a los seres humanos, es decir, existían como elementos estructurales contrastantes con parámetros de referencia culturales de la sociedad, economía y demás. Póngase como ejemplo: el Apartheid.
Funcionan como estructurantes de conductas sociales, sostenidas en diversos elementos que denigraban al ser humano y existían desde fuera, es decir, un grupo en el poder que demandaba y exigía, generalmente vía la represión directa del cumplimiento de ciertas acotaciones.
La diferencia de esas estructuras con las actuales, radican en el hecho que no son externas a los seres humanos, se han incorporado como estructuras propias de los individuos, de forma que cada individuo se autorregula a partir: del miedo y aspiraciones, entre otros. Aspiraciones que le han sido incorporadas desde su objeto hasta los mecanismos para conseguirlos.
El entorno cultural, en su sentido amplio, funciona como una cadena de reforzamientos simultáneos que determinan, así pareciera que el único responsable de lo que le sucede es el individuo que las sufre o goza, haciendo de lado todas las variables y condiciones sobre las cuales en muchas ocasiones la propia persona no tiene control.
Aquí entran en juego no sólo las estructuras socio-culturales, económico-políticas e históricas, sino también los campos del conocimiento humano que aportan elementos para la construcción de esos parámetros de referencia de dominación, a nivel teórico-conceptual y práctico: psicología, mercadotecnia, ciertas formas de lo educativo, por mencionar algunas.
La tarea de los educadores, es proporcionar herramientas para identificar la condición de dominación – sometimiento y sus elementos estructurales determinantes, para trabajar en la modificación de todo lo que esté a su alcance e iniciar una transformación crítica de su entorno, en el sentido que, a partir de las condiciones de las personas, se trabaje en sus dimensiones de proximidad.
Estas dimensiones de proximidad variarán de persona en persona y se remitirán a ámbitos diferenciados, por ejemplo: trabajar el lenguaje surrealista y autista que usan muchas de nuestras autoridades que apuntalan las estructuras de poder. Detectar las variables históricas que le dan sentido a las estructuras y condiciones; sin olvidar la dimensión de responsabilidad que le compete únicamente a cada ser humano.
Las herramientas para este trabajo tienen que ver con una formación intelectual, el uso de la razón, el manejo de elementos teórico–conceptuales y el dominio de perspectivas históricas, políticas, sociológicas y económicas entre otras.
Fundamental resulta la formación política puesto que es en esa dimensión, en la interacción y lo relacional humano: humano–humano y humano–institucional, donde se concretan, existen y da vida a esas estructuras.
Hoy liberarse resulta complicado, por todos los elementos sutilmente agresivos y deshumanizantes que los constituyen, pero si los educadores nos damos a la tarea de formar a los niños, adolescentes y jóvenes, es posible.

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com

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