Este 23 de abril ojalá y llovieran libros en las escuelas de México y del mundo
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Hay fechas que son necesarias, ineludibles, sugerentes para la humanidad, una de esas fechas es el Día Mundial del Libro. Cada 23 de abril con el aniversario luctuoso de los dos gigantes de la literatura mundial, volvemos a recordar que el libro es uno de los artefactos más geniales que ha inventado la propia humanidad. Por ello, y haciendo alusión a la canción –poema de Juan Luis Guerra que: “Ojalá y lloviera café en el campo […]”. Aquí sería ojalá y llovieran libros en las escuelas. Los libros nos oxigenan de cultura, ayudan a liberar el espíritu, a pensar espiritualmente y a sentir lo que sólo los humanos que leen pueden sentir y pensar.
El INEGI dice que los mexicanos leemos en promedio 3.4 libros por año, ni siquiera 4 libros, la cifra es engañosa, pero quedemos así. Cada quien tiene sus lecturas preferidas, sus filiaciones literarias, sus gustos en géneros y autores.
“Las batallas en el desierto” de José Emilio Pacheco es una de las obras geniales de la literatura mexicana, el debate es si era cuento largo o novela corta, que importa. Una joya, la historia de un pequeño niño (Carlitos) de 8 años que se enamora de la mamá (Mariana) de su mejor amigo, esto mueve el mundo de los adultos, que alertados desde esa visión adultocrática. El monólogo de Carlitos cuestiona, dentro de un mundo controlado por el poder de los adultos y en una sociedad que no reconoce que los niños también se enamoran y sufren por el amor. La versión original de esta historia la tuve con el suplemento del periódico UnomásUno antecesor de la Jornada. El suplemento cultural se llamaba Sábado y ahí obsequiaron completa la novela corta de José Emilio Pacheco.
De ahí brinco a otro libro de esos que dejan huella, “El beso de la mujer araña” de Manuel Puig, una obra maestra a partir del diálogo en prisión de un preso político Valentín Arregui con un homosexual llamado Molina, se trataba de que Molina (que le contaba películas a Arregui) contribuyera a ablandar a Arregui para que confesara sus contactos en el clandestinaje. Al final y a partir del tratamiento de Puig; resultó ser más congruente el homosexual que el militante de izquierda radical. También hay versiones en película y en obra de teatro, pero no las recomiendo.
De ahí brinco a un libro de cuentos de uno de los mejores cuentistas mexicanos Edmundo Valadés en “La muerte tiene permiso”, cuando los pobladores de Zacatlán de las Manzanas” le piden a las autoridades del alto gobierno hacer justicia por los abusos y arbitrariedades de un cacique que abusaba en demasía, al robarse las cosechas y abusar de las mujeres, al final y después de deliberar por largo rato, las autoridades les permiten hacer justicia
Después del permiso, el líder de la comunidad dice: “Muchas gracias, porque fulano de tal, cacique de Zacatlán de las Manzanas desde hace dos semanas ya es difunto”.
De ahí a los clásicos latinos, Juan Rulfo y Gabriel García Márquez sus cuentos y sus novelas, Carlos Fuentes, sobre todo su obra madura, incluso hay un autor de novela negra que me gusta mucho, la saga creada por Paco Ignacio II, con su personaje clásico Héctor Belascoarán Shane.
¿Cómo acercar a las niñas y los niños a la literatura?, ¿cómo hacer para que los libros lleguen a las escuelas y sean leídos? Y también con las y los docentes ¿cómo hacer para que los docentes lean?
Ésas son las preguntas que nos hacemos cada 23 de abril, y la respuesta es la misma, ya no se puede luchar en contra de los dispositivos electrónicos.
Pero la utopía queda ahí, ¡ojalá y llovieran libros en las escuelas!
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]