Espejo
Jorge Valencia*
“La eternidad por fin comienza un lunes”
Eliseo Diego
El espejo es la imagen de la realidad, exacta y en sentido inverso. Representa el mundo al revés: su izquierda es nuestra derecha, pero es su propia izquierda. Si el interior de lo reflejado supone una identidad propia y alterna, más que una frontera para la ficción tal vez la capa que divida ambos mundos sea una línea de guerra.
Se han escrito muchos textos literarios que tienden al asombro y la conciencia de la vida más allá de lo que conocemos. La literatura fantástica nos muestra hechos extraordinarios que cuestionan las leyes de la física y se sustentan en lo posible. La imaginación de los autores es parte de esa posibilidad. Cortázar decía que cuando nadie las ve, las cosas cobran animación y realizan actos volitivos. Es posible que los libros sean leídos por sí mismos y los zapatos bailen canciones libertarias sin alguien que los calce. Juguetes que juegan solos, el límite es la ocurrencia. Al suponerlo, Cortázar lo hace posible.
Un ejercicio especulativo consiste en reflexionar si un árbol que cae en medio del bosque donde no hay personas cerca, se escucha. Seguramente genera vibraciones que se expanden a través del aire pero al no haber quien signifique el incidente, en sentido estricto se diría que no se escucha nada.
La mente humana da coherencia al mundo. Sin la interpretación que genera el capital de civilización que poseemos, la realidad se presenta como una sucesión de eventos aislados. La naturaleza no necesita de alguien que la ordene. Ocurría cuando no había humanos y ocurrirá después de nuestra extinción. Pero al saberlo, nuestra mente organiza el universo y todo lo que éste contiene. Somos parte del cosmos y se espera eso de nosotros.
El espejo es un símbolo que aterra: somos seres duplicados.
La fotografía y el cine van más allá: capturan un trozo de vida que se perpetúa. Marilyn Monroe está viva cada vez que vemos “The Misfits”. Al no poder ser parte de una filmación de Hollywood, las personas comunes y corrientes quedamos prolongadas en una foto. La era digital permite la inmortalización de todos a través de las redes sociales. Lo que ha hecho de “Facebook” lo que es, radica en su promesa de perennidad. La eternidad al alcance de un “enter”. Mediante fotos, videos y comentarios, los usuarios emprenden una batalla contra el olvido. En ese universo, el participante es. Será por siempre. Las personas siguen recibiendo mensajes mucho después de haber muerto; sus contenidos se replican por el conducto de la cadena de amigos de amigos de amigos… Quién sabe. Podría ser que después de extinta, la especie humana subsista a través de los mensajes de “Facebook” que continuarán enviándose y recibiéndose en tanto haya red y una fuente de energía que lo permita.
Así, seremos eternos como el personaje de un cuento dentro de un libro apilado en una biblioteca circular. Así lo previó Borges.
De vuelta al espejo, tal vez únicamente seamos la imagen que nos proyecta: la burda representación de la vida vivida por otro. Nuestros pensamientos serían la sombra imperfecta de lo pensado en otra parte. Pero esto sólo podrá comprobarse el día que nos asomemos al espejo y no veamos a nadie. La desolación. Mientras morimos de un susto, espejo adentro nuestro alter ego estará ocupado enviando un mensaje en el “Face…”
*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]