Es lo que hay

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Hay que reconocerlo: no nos tocó la escuela ideal. Probablemente ninguna persona en el mundo tenga la escuela ideal. Algo le faltará en algún momento. Los sabios que antes fueron; o los que después serán. Las infraestructuras y las tecnologías. Los mobiliarios y los recursos didácticos. Los directivos o los docentes. Las oportunidades y la administración del tiempo. Los estudiantes y los compañeros. Los diálogos y las reuniones. Las bibliotecas o los jardines. Los edificios o los sonidos. La orientación de las ventanas en cada estación. Las ventanas o las puertas. El clima o los colores. Los nombres de los antecesores o de los pioneros. Algo echaremos en falta.
Lo que nos deja en cambio con la gran ventaja de que hay posibilidades para mejorar. En algunas instituciones estas posibilidades son casi infinitas, dadas las condiciones ínfimas en que se desarrollan los procesos de enseñanza y aprendizaje. Si los funcionarios son poco proactivos, los docentes y los estudiantes pueden aprovechar la posibilidad de autogestionar recursos para mejorar la infraestructura, las bibliotecas, las tecnologías y la vida escolar. Si los docentes no están suficientemente preparados, existe la posibilidad de generar cursos y estudios formales para actualizarlos y prepararlos para estimular el aprendizaje propio y ajeno.
Si los estudiantes no logran asistir a todas las sesiones del curso, se pueden promover procesos de aprendizaje y enseñanza a distancia. Si la infraestructura es insuficiente, los padres de familia, los estudiantes, docentes y directivos están en una situación que les permite dialogar y gestionar con las autoridades locales, estatales y federales. Incluso la iniciativa privada puede convertirse en un recurso al cual acudir pues, tarde o temprano, los estudiantes que salen de esas escuelas (o que desertan de ellas) se convertirán en empleados de los sectores público o privado. Mejorar las condiciones del aprendizaje y de las prácticas en las escuelas se convierte en una opción irrenunciable, incluso ante condiciones precarias o recursos financieros escasos.
Con lo que hay, en algunos casos, no hay más recurso que la protesta activa. En otros casos, la tenacidad y la insistencia e incluso la presión política más allá de la gestión a través de los directivos o comités de padres de familia será la que convierta lo que hay en lo que puede haber. En cada caso de escasez, por ser tan poco lo que hay, es mucho lo que falta.
¿Cómo trabajar con lo que hay para que cubra las necesidades de todo lo que todavía no hay, pero confiamos y exigimos para que se convierta en un “habrá”?

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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