En vías de extinción

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

En el capítulo dos de Alicia en el país de las maravillas (1865), Lewis Carroll sitúa a un pájaro Dodo que cae en el enorme charco formado por las lágrimas de la principal protagonista. Para el momento en que Carroll concibió su famosa obra, esta ave (Raphus Cucullatus) era ya una creatura mítica, pues fue vista por última vez en 1662, aunque se cree que debió de existir hasta 1690.
El extinto Dodo (tonto, en portugués) era llamado así por su torpeza y porque no huía de los humanos. Los cerdos que los colonizadores llevaron a la isla de Mauricio, el hábitat del Raphus Cucullatus, comieron los huevos de esta ave y con ello acabaron con la especie. En la narración de Lewis es el pájaro Dodo quien propone hacer una carrera para lograr que se sequen todas las creaturas que estaban mojadas por las lágrimas de Alicia. Las reglas de la carrera eran que cada uno corriera cuando y cuanto quisiera. Hasta que el Dodo declaró terminada la carrera en la que todos habían ganado.
La narración de Carroll, con su fama de cuestionar la lógica y sus constantes juegos de palabras y desdoblamiento de palabras, tiene una derivación paradójica: parecería que en la extinción de las especies todos acabaremos perdiendo. Una especie en peligro crítico de extinción se clasifica así por haberse mostrado una fuerte caída de 80 a 90% de su población en los últimos 10 años o 3 generaciones, por una marcada fragmentación en su distribución geográfica, o por una población estimada menor de 250 individuos maduros. Entre las especies en peligro crítico se encuentran el ajolote mexicano, la rana dorada de Panamá, los guacamayos Verde y Barbazul, diversas especies de gorilas, de leopardos y de antílopes, además de tiburones, lagartos y tortugas.
Desafortunadamente, que algunas especies desaparezcan no significa que también se extingan las prácticas humanas que han contribuido a aniquilarlas. Los cazadores, pescadores y traficantes, buscarán otras especies para comercializar. Se ha dicho que algunas prácticas como las peleas de gallos y las corridas de toros contribuyen a evitar la extinción de algunas especies, pues está en el interés de quienes crían esos animales el que sigan existiendo ejemplares para continuar su explotación. Así que los oficios humanos asociados no necesariamente desaparecen, sino que se diversifican.
Se ha argumentado que también algunos productos humanos se encuentran en vías de extinción, pues a la población ya no le interesa consumirlos, al contrario de las especies animales y vegetales que se extinguen por un excesivo interés por consumirlos sin velar por su reproducción. Durante décadas se ha cuestionado la posible sobrevivencia de los libros, a los que tanto trabajo se ha dedicado no sólo a escribirlos, sino a multiplicarlos y conservarlos. Los oficios de escribanos e impresores, así como de bibliotecarios y químicos especialistas en conservación de papel se han tenido que desarrollar y hay quien plantea que es deseable que eso no acabe con las especies de árboles o de animales que han aportado las superficies para guardar la palabra escrita.
Según indicadores recientes, en nuestro país se lee un promedio de 1.4 libros por persona al año, cerca de lo que se lee en Argentina (1.6) y en Colombia (1.9). Mientras que en países como Francia, Canadá, Estados Unidos y Corea, ese promedio se ubica entre 11 y 17 libros al año. Parecería que estamos tan ocupados haciendo otras cosas, que cada vez tenemos menos tiempo para la escritura y la lectura, mucho menos para visitar librerías o bibliotecas. Faltaría conocer qué lecturas y qué aprendemos de lo que logramos leer.
Además de todas las especies de plantas y animales ya extintas y de las que están en vías de extinción, ¿sucederá que libros, bibliotecas, librerías e incluso las estanterías escolares o domésticas acabarán por extinguirse ante las prácticas de lectura y de comunicación auditiva y visual que ya no requieren de los soportes tradicionales de la cultura bibliófila? ¿Puede hablarse de extinción de productos, oficios y prácticas a las que durante siglos hemos considerado como reservorios y muestras de la civilización humana?

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

Comentarios
  • Marco Antonio Guillén Chávez

    Espero (deseo) y creo que la impresión de libros y su distribución no se extinguirán. Admito que las nuevas tecnologías pongan en riesgo la producción bibliográfica física, pero no será contundente, pues mientras “el Big Brother” no nos domine totalmente (espero desaparecer de aquí antes que ver y sentir su ojo “a-divino”), ambos ámbitos, el digital y el físico, pueden coexistir pacíficamente para llenar las expectativas y necesidades de cada persona.

    Cuando por alguna falla energética falle uno, el otro desde sus estanterías podrá seguir alimentado el hambre de saber de quien espera que la energía llegue o el sistema “se levante” después de alguna cibernética caída .

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