En su nombre

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

 

El psicoanalista y autor argentino Luciano Luterau señala en su libro La pareja en disputa (2020) que “en nombre del bien se hacen los peores males” (p. 21; hay otros textos de este autor aquí: https://www.lucianolutereau.com). Así, no sólo en nuestras vidas, sino en la manera en que podemos incidir en las vidas de otras personas, muchas veces dañamos a otros con el pretexto o “en el nombre” de alguna entidad que solemos definir arbitrariamente. Menciono a continuación algunas instancias:

 

  • En el nombre de la religión y de los dioses se han desatado las más sangrientas peleas, batallas, rivalidades, guerras, despojos, odios sempiternos, conflictos irreconciliables. Quienes confiesan una fe se enfrentan con quienes proclaman alguna otra fe. Por cuestiones doctrinales se han generado escisiones, cismas, descalificaciones, excomuniones, exilios, expulsiones, incineraciones, decapitaciones, aislamientos en calabozos y múltiples mutilaciones. Que si hay uno o varios dioses. Que si los poderes divinos sólo provienen de un solo dios y todo lo demás es cosa de diablos rebeldes, que si lo sobrehumano es un espíritu femenino o masculino, que si me dará la razón a mí o te la dará a tí en nuestros asuntos mundanos, que si la justicia es cosa humana o de designio divino. Y así, quien dice conocer mejor los designios de los dioses, hará los posible por imponer la verdadera verdad neta a los “infieles” descreídos de lo que deberían creen y a partir de lo que deberían actuar, sea por temor o por amor a lo divino;
  • En el nombre de la salud se han inventado los más extremos tratamientos: sangrías, quemaduras, extracciones, ayunos, dietas, liposucciones y otras cirugías, procedimientos abrasivos e inyecciones de sustancias, vacunaciones, más mutilaciones, arreglos y remedios miles, que van desde el ejercicio excesivo hasta el reposo absoluto. Experimentos en los que se expone a unas personas y a algunos animales y no a otros “sujetos” (convertidos en objetos pasivos) a determinadas condiciones que se sabe que son nocivas y a otras condiciones para ver si algún beneficio aportan. En nuestras épocas, hemos visto cómo muchas de las sustancias químicas naturales y artificiales que han logrado sintetizar los que saben de química y de negocios se han convertido no solo en atenuantes de los dolores, sino en estimulantes de los placeres. En nombre de la salud nos aventamos el tequilita y en nombre de la salud se suscitan balaceras para continuar con el mercado de estupefacientes (es decir, que te ponen en estado de estupidez) que a muchos les darán salud efímera y a muchos otros una muerte eterna, ya sea por sobredosis de esa sustancia o por sobredosis del plomo que entra en sus cuerpos durante los enfrentamientos entre carteles. Así, por la salud y el placer que evita los sufrimientos a como dé lugar, resulta más caro el caldo que las albóndigas y la supuesta salud acaba por convertirse en una aspiración que enriquece a otros y prolonga los sufrimientos individuales y sociales;
  • En nombre de la educación y de la crianza se “domestica” a las nuevas generaciones y se les tortura con la justificación de que es “para que aprendan”. En un caso reciente, la “momfluencer” (madre-influencer) Ruby Frank y su socia Jodie Hildebrandt fueron juzgadas por someter a sus niños a tratamientos de crianza similares a los de un campo de concentración (https://www.today.com/parents/family/live-blog/ruby-franke-sentencing-child-abuse-rcna139269#:~:text=11%20AM%20PST-,YouTube%20mom%20Ruby%20Franke%20and%20counselor%20Jodi%20Hildebrandt%20sentenced%20to,a%20case%20with%20horrific%20details);
  • En nombre de la educación, narran quienes vieron los videos, estas mujeres cancelan la navidad para algunos de esos niños a los que debían proteger y educar. Las dos mujeres recibieron una sentencia que va “entre 4 y 30 años de prisión”. Aun cuando este caso se ha hecho muy conocido en semanas recientes y se dice que lo grabado en video es menos grave que lo que sucedía fuera de cámaras, no es raro que los humanos recurran a justificara sus comportamientos con el argumento de que lo hacen en nombre de la educación y de que sus hijos, estudiantes, parientes, progenitores o abuelos “aprendan” y se vuelvan dóciles con unos cuantos zapes, cuezcos, cachetadas, nalgadas, tablazos, tortas, hostias, asoleadas, cargar ladrillos o libros al sol en medio del patio, portar orejas, delantales, vestimentas u otros adminículos que los humillen. En la educación religiosa, el uso del cilicio era parte de estas mortificaciones “educativas” (https://www.uam.es/uam/media/doc/1606931295960/pieza-del-mes.-septiembre2020.pdf) que ayudarían a educar al cuerpo del penitente que lo utiliza para evitar las tentaciones de la carne. Me permito imaginar que, por contraste, recibir unas buenas caricias de una mano tibia, ha de llevar al arrepentimiento de esos cursos de acción, supuestamente educativos;
  • En nombre del pueblo y de la democracia se realizan grandes rebambarambas, desbarajustes, follones, embrollos y desconciertos. Además de los decretos y las iniciativas de ley que, se afirma, se lanzan para mejorar las condiciones del vulgo. Muchas veces, se afirma, es el mismo pueblo quien exige esas alteraciones, desórdenes, reacomodos, expropiaciones, reparticiones, torturas, ejecuciones, burlas públicas, despojos, remojos, ahogamientos y asfixias. En nombre del pueblo y de la democracia los tiranos, dictadorzuelos, presidentuchos y presidentotes, se autonombran gobernante vitalicios o se hacen elegir repetidamente por pueblos en cuyo nombre sojuzgan a la población que gobiernan, amenazan y arredran (es decir: amedrenta, aculillan, achumican, acoquinan y desalientan). En el nombre del pueblo y de la nación o del estado que se han generado a partir de ellos, las poblaciones se arman y defienden sus territorios y su “honor”. Netanyahu y Putin recurren al honor de sus pueblos para enviar a sus poblaciones y gobernados al matadero; lo que encuentra su contraparte en la asumida obligación de defender una identidad étnica, nacional, histórica, de parte de otros pueblos que resultan invadidos, apropiados, exterminados, simplemente por ser parte de una generación que se contrapone, en los discursos de quien los define como enemigos, a los intereses “del pueblo”;
  • En nombre de la familia, hay progenitores, abuelos, hermanos y otros parientes lejanos y cercanos, que convierten en rehenes a sus propios descendientes y compañeros de generación. No te vayas, no te alejes del negocio, del oficio o de la profesión familiar, que es una tradición a la que está obligado y destinado cada miembro de esta honorable y digna familia. Paralelamente, quédate a cuidar no solo de las propiedades en terrenos y otras pertenencias, sino también de la salud, de la integridad y de los cuerpos perfumados o pestilentes de la parentela que controla recursos y haciendas. Por conservar el buen nombre de la familia, se cometen asesinatos, matrimonios no consentidos por los participantes, abortos, nacimientos, rituales, alianzas, renuncias, resignaciones, alteraciones, simulaciones, dobles vidas de doble moral, entre otras lindezas que no se han de juzgar por los nuevos o viejos miembros de ese rancio linaje;
  • En nombre de “lo que es natural” se obliga a las personas de distintas edades a adoptar determinados comportamientos. Maca Carriedo, quien trabaja en los medios de comunicación, ha insistido en diversas ocasiones en la necesidad de proscribir las llamadas “terapias de conversión” (aquí un video reciente: https://www.youtube.com/watch?v=AM66dmQkVuk). El afán de enderezar a las personas, señala Carriedo, se ha expresado en características como el ser zurdo, pero también en procedimientos que acaban por ser torturas para que las personas se comporten como un determinado grupo define como natural o normal. Carriedo señala que las terapias han de ser una decisión personal, y no son los progenitores o los “expertos” (sean supuestos profesionales de la salud o representantes de alguna iglesia) quienes han de someter a los individuos para que cambien (o encubran) sus preferencias y orientaciones. Cabe señalar que la terapia es una experiencia pedagógica y de búsqueda de alternativas en la manera en que llevamos nuestra vida. Usualmente está relacionada con una área de acción en la que deseamos aprender otras habilidades, pero rara vez funcionará, como insisten los profesionales de la salud, en contra de la voluntad de las personas que participan en ella. Aunque también sucede que, en nombre de la terapia, en combinación con lo que es “natural” se diseñen procedimientos y programas para educar, re-educar y, supuestamente, ayudar a aprender lo que es deseable, normal, natural y correcto;
  • En nombre de la readaptación social, se han creado y mantenido las cárceles, los cuales son lugares de confinamiento y, desgraciadamente, conocidas por muchos, como “escuelas para la delincuencia”. Por lo que la definición de readaptación social no suele coincidir con los perfiles ni de quienes ingresan ni de quienes permanecen, ni de quienes algún día egresan. Por citar un ejemplo, vuelvo al párrafo en que cité a las mujeres que fueron enviadas a la cárcel por las prácticas realizadas en nombre de la crianza y la educación. ¿Se les educará con métodos y estrategias surgidos de los videos que ellas mismas grabaron por su creencia de estar dando un buen ejemplo?; y, finalmente.
  • En nombre de “dar buenos ejemplos” somos capaces de difundir ideas perversas, perniciosas, endemoniadas, nocivas, virulentas, y aplicarles etiquetas de “buenas prácticas”.

 

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del departamento de sociología. Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

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