En Jalisco predomina una educación basada en espejismos e historias idílicas
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Hace un par de meses, a partir de un curso que daba sobre Planeación y Diseño Curricular en un programa de maestría, una estudiante, la cual es supervisora técnica del nivel de preescolar en Jalisco, decía: “Lo que callamos los maestros”. Ella se refería a muchas cosas que pasan en la realidad y que se viven en las escuelas y que contrastan fuertemente con los informes y promociones que hace el secretario de Educación y las autoridades educativas locales.
Lo que callamos los maestros metafóricamente también quiere decir que hay muchas cosas por decir, pero que paradójicamente no existen oídos receptivos, ni tampoco espacios institucionales para hacerlo, aunque se habla de jornadas de diálogos en educación que realmente son monólogos; a la autoridad educativa actual lo que menos le interesa es dialogar sobre lo que hace en educación.
Existen infinidad de evidencias para afirmar que la autoridad educativa en Jalisco no tiene disposición de dialogar con personas que piensan y se expresan de manera diferente, que cuestionan sus proyectos llenos de vacío y de oropel, cuyas iniciativas solo se fundamentan en la ocurrencia.
Dialogar implica intercambiar posiciones y puntos de vista; es un ejercicio de ida y vuelta, en donde todos aprenden y todos aportan a los demás. El gobernador de la entidad se ha sumado como el máximo pedagogo de la entidad, que lo presumen a partir de distribuir equipos electrónicos de la importancia del uso de la tecnología en educación. La ignorancia se esconde desde la presunción en el uso de los avances tecnológicos más sofisticados.
La educación en Jalisco se divide en dos grandes universos contrapuestos: lo que sucede arriba, en las cuentas alegres del gobierno local con avances en infraestructura, apoyos educativos, el signo del éxito de palabra sin ninguna mueca de autocrítica; y lo que sucede abajo, a partir de la suma de carencias cotidianas, escuelas con baños destruidos, con aulas sofocantes y con el riesgo del vandalismo cuando los chicos y chicas rebasan al salir el cerco escolar.
Lo que sucede arriba y abajo del sistema educativo estatal es como si estuviéramos en un mundo escindido, dividido en dos grandes mundos contrapuestos y antagónicos entre sí. Parece que a nuestro sistema ha llegado y se ha posicionado la política del engaño, de mostrar espejismos y baratijas, tal como hicieron los españoles cuando llegaron a América.
Los maestros y las maestras siguen resolviendo los problemas de su práctica (tal como lo afirmó Eduardo Remedi hace muchos años) “en la soledad, en el aislamiento y en la inmediatez”; no existen instancias que les digan a las y los docentes de qué manera mejorar lo que se hace. La retroalimentación a las prácticas es un dispositivo inexistente en nuestro sistema educativo.
La autoridad educativa estatal debería de ser más humilde y generosa, para pasar de los monólogos de “todo va muy bien” al diálogo franco y verdadero de “cómo podemos mejorar realmente”. Se necesita que alguien les diga (en el círculo cercano del poder) que las cosas se pueden hacer diferentes y se podrán obtener mejores resultados. Y que alguien le aclare al secretario lo que significa dialogar en educación.
*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com
La versión más autocrítica reciente que escuché de nuestro secretario de educación es que hasta en la UNESCO se van para atrás con los logros de RECREA. No cabe duda que somos vanguardia…
También escuché eso y pensé nadie le dirá realmente como estamos en la realidad o quien le informa le engaña y haciendo quedar en ridículo , al lado se encontraban algunos otros maestros que también se asombraron de tal comentario
El diálogo: ese gran ausente en los diversos espacios y escenarios educativos. Espacios y escenarios que por antonomasia debieran ser dialógicos.
Excelente comentario!
Otra ausencia que usted identifica la retroalimentación a las prácticas, ya sea docentes, de gestión o de apoyo pedagógico. Los maestros y las maestras resuelven como pueden y con lo que tienen al alcance. Son pocos los espacios en los que este dispositivo se despliega. ¿Qué se necesita para esto?
Otra ausencia que usted identifica: la retroalimentación a las prácticas, ya sea docentes de gestión y de apoyo pedagógico requiere se despliegue. ¿Qué se necesita para esto?