El valor de estudiar

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Hace algunos años, me comentaba una amiga y colega de estudios que la empleada doméstica veía que ella solo se dedicaba a darle vueltas a las hojas de los libros. Para la empleada, los estudiantes no hacían gran cosa de utilidad. Quizá basada en ese señalamiento, mi colega se convirtió en una activista de las causas sociales, además de haber sido estudiosa en su época de universidad. Muchos reconocen que estudiar requiere de mucho tiempo de sedentarismo, de concentrarse en aprender fórmulas, conceptos, teorías, ideas, que a otros parecerán obtusas y sin posible aplicación para transformar o mejorar el mundo. Para algunas personas, el tiempo de escuela, propio y ajeno, es una pérdida de tiempo. Para otros, es la mejor inversión de la vida si efectivamente nos aplicamos a aprender y luego aplicar la materia que tenemos frente a nosotros.
Ese tiempo de estudio suele tener como consecuencia una toma de conciencia de la manera en que funciona el mundo natural y social. Y muchas de las veces deriva en estrategias para cambiar al mundo, de cómo es, al mundo como puede ser y a cuestionarse cómo debería ser. Son muchos los casos en que los estudiantes, de la disciplina que sea, toman conciencia, debido a la adquisición de una actitud crítica, de lo que debe evitarse o lograrse a su alrededor. Ya lo decía Violeta Parra en aquella estrofa: “que vivan los estudiantes porque son la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura”, y que contribuyen a transformar la realidad desde esos años de quemarse las pestañas.
En las recientes protestas en Nicaragua en contra de la ley de seguridad social, los estudiantes jugaron un importante papel, dada su postura de estudiosos de una realidad social que están obligados a analizar, cuestionar y transformar. No cualquiera se anima a alzar la voz, en casos como ése o como muchos otros vistos en México, China, República Checa, Chile, Francia y Corea, por mencionar algunos. Son los estudiantes, que tienen el valor de analizar y reflexionar, los que suelen tener el valor de protestar, además de tener el valor para enfrentar todos los días el tráfico urbano desde su posición de vulnerables peatones o usuarios de transporte público; a los docentes que se sienten consagrados desde su posición de aprendices; a las nuevas tecnologías desde su posición de usuarios expertos capaces de dedicar tiempo para analizar su funcionamiento; a las carencias desde una posición de recursos escasos que aprenden a aplicar para mejorar la productividad.
Para estudiar se requiere de valor para enfrentarse a realidades nuevas, para asumir rutinas que alejan a los estudiantes de otras actividades que podrían ser más divertidas, placenteras, remuneradas, cómodas. Se trata de personas que asumen con valor, en un presente, las tareas que les servirán para asumir la soluciones futuras en un mundo que se hará más complejo y que requerirá aplicar estrategias nuevas y, en muchas ocasiones, el conocimiento de tradiciones disciplinares e intelectuales para enfrentar algo que está, en germen, en las hojas de los libros a los que dan vuelta, y que acabará por manifestare, en frutos aun por conocer, en la vida que se encuentra más allá de las ideas impresas.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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