El sentido de la evaluación

 en Juan Campechano Covarrubias

Juan Campechano Covarrubias*

En los últimos años la evaluación ha adquirido un peso extraordinario en los discursos que se construyen en torno a la educación. Dos palabras dominan el panorama: evaluación y calidad, las cuales se presentan hermanadas, como si una llevara automáticamente a la otra.

Pensar la evaluación como una actividad que implica una medición y un juicio de valor, se presenta como condición para cualquier mejora. En el texto titulado “Revisiones de la OCDE sobre la Evaluación en Educación” (2014) que coordinó Paulo Santiago, se hacen una serie de observaciones a los procesos de evaluación que se realizan en México, por ejemplo, que las evaluaciones se usen de manera distinta a los propósitos para las que fueron creadas, como la prueba Enlace y su relación con los estímulos al trabajo docente. El informe divide con claridad la evaluación referente a alumnos, a profesores y la de los centros escolares.

La evaluación que tiene preocupados a los profesores mexicanos es la que tiene que ver con la permanencia y promoción en el ejercicio docente. Aunque la Ley General del Servicio Profesional Docente dice en su Artículo 15, “La evaluación interna deberá ser una actividad permanente, de carácter formativo y tendiente al mejoramiento de la práctica profesional de los docentes y al avance continuo de la Escuela y de la zona escolar. Dicha evaluación se llevará a cabo bajo la coordinación y liderazgo del director. Los docentes tendrán la obligación de colaborar en esta actividad”.

Hasta la fecha, no se tiene claridad de cómo se llevará a cabo dicho proceso, principalmente lo referente al carácter formativo y tendiente al mejoramiento de la práctica profesional. Algo fundamental de toda evaluación es que los procedimientos e instrumentos de evaluación realmente midan lo que se pretende medir. Evaluar la práctica profesional docente con el propósito de conocer el impacto educativo que tiene, es algo complejo. A los egresados de las escuelas normales se les aplica una prueba de papel y lápiz para conocer si son los mejores aspirantes a las funciones docentes. Lo cierto es que la práctica docente es un proceso complejo que se desarrolla en situaciones diversas e inciertas. Solamente esperamos que no sea a través de una prueba de papel y lápiz, lo que nos diga si un profesor logra o no que sus alumnos aprendan. La práctica hay que evaluarla en la práctica.

*Miembro del comité ejecutivo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). ciceron13579@hotmail.com

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