El rescate de la formación ciudadana en estos tiempos difíciles
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Vivimos tiempos difíciles, en donde el riesgo y el alto riesgo se tornan en una amenaza constante. En donde las agencias de gobierno se convierten en grupos delictivos y la figura de autoridad queda difuminada en la nada en un horizonte marcado por el peligro y la amenaza constante.
Ser joven hoy, ser mujer, ser pobre, todas y todos se tornan en carne de cañón. Bajo un entorno cuya constate es el clima de amenaza. Desde las escuelas, el dispositivo pedagógico ha hecho demasiado poco para contrarrestar el actual clima de inseguridad. Y es que en el fondo, muy en el fondo, se ha concretado una alianza perversa entre la actual esfera de gobierno con los grupos delictivos vinculadas al narco, al secuestro, a la extorsión, al robo, al huachicol, al tráfico de personas, etcétera.
En la contraparte la educación ciudadana o la educación para la ciudadanía surge como una alternativa válida encaminada a favorecer procesos sistemáticos pensados en ser mejores ciudadanos, a partir de saber mostrar en los hechos, el respeto por las personas, por el entorno, por los espacios públicos que son de todas y todos. La educación ciudadana se vincula con la educación por la paz, por la defensa de los derechos de todos, la defensa del medio ambiente, es una educación basada en valores dinámicos, vigentes en el momento presente, a partir del respeto a las diversidades. Entrena la tolerancia y la resolución no-violenta de conflictos tanto al interior como afuera de los ámbitos escolares.
El principio básico de la educación para la ciudadanía es aprender a convivir con los demás, saber relacionarnos respetuosamente, a partir de reconocer los límites de nuestros derechos y el arribo de los derechos de las demás personas.
En estos momentos asistimos ante un escenario inédito, el tejido social o el tejido que marca el vínculo de las relaciones ciudadanas se ha venido deteriorando fuerte y progresivamente. El abuso de notas mediáticas vía prensa o redes sociales que se difunden todos los días, dan muestra de esta huella de riesgo: asesinatos en la vía pública, levantones, agresiones a mujeres, secuestros, robos, narco avisos; todo ello da cuenta de una tendencia que no tiene regreso, las nuevas vocaciones juveniles están asociadas a esta nueva forma de vida y de empleabilidad, que más que empresas son mafias o grupos criminales, organizados desde las altas esferas de poder.
¿Qué hacer al respecto, en dónde podemos encontrar los hilos para construir alternativas?
La educación ciudadana es edificante es constructiva, pensar en ella y actuar en consecuencia es válido en todo momento. Requerimos un proyecto global que sume pequeñas cosas, pequeños esfuerzos, que comience con ganar la calle, los espacios públicos, que continue con el fomento de prácticas basadas en la prevención o la denuncia, que visibilice los riesgos y enfrente de manera colectiva a los criminales para neutralizarlos.
La formación ciudadana no se vincula a una sola disciplina se requiere un ejercicio de muchos esfuerzos y mucho talento, pedagogos, psicólogos, sociólogos, antropologismo, juristas, comunicólogos, ambientalistas, todos desde sus trincheras deberán contribuir en sumar su esfuerzo y su talento en la perspectiva de construir un proyecto común que deberá ser de todos. Ni una lucha aislada más.
Es importante documentar los abusos, agotar todas las instancias, llegar hasta las últimas consecuencias, ahí nos daremos cuenta de que en el fondo, muy en el fondo y muy posiblemente las instancias de gobierno y las que forman parte de las redes criminales terminan siendo la misma cosa, que nos ha puesto en riesgo a todos.
Ahora bien, no se trata de reeditar la violencia para salir adelante, son otras las estrategias que habrá que construir para neutralizar la violencia social. Darle la oportunidad a la educación ciudadana es un buen camino que debemos recorrer todos.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]