El proyecto de futuro de la Universidad Pedagógica Nacional en México
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Ya pasó el tiempo de la discusión en el marco del Congreso Nacional Universitario (CNU), de las propuestas y las protestas, ya pasó el tiempo de escribir y generar una discusión documentada que permita pensar o construir el futuro de la UPN. Ahora hemos pasado a la espera, a una larga espera en donde el poder legislativo decida qué procede, o por dónde será el rumbo.
La UPN una universidad temática verdaderamente nacional, hoy a 45 años de distancia se debate en un rico pasado de producción y de construcción de nuevas identidades docentes y pedagógicas y un futuro incierto cargado por el fantasma de la incertidumbre y las preguntas que no tienen respuestas consensuadas que convenzan a la mayoría de universitarios.
Meses atrás, tal vez un año o dos, se llevó a cabo un ejercicio importante, la realización del CNU, el cual convocó a toda la comunidad universitaria y que concluyó con el documento de “Consensos y disensos”, un punto de llegada del congreso pero que también se tornaba en un punto de partida para el arribo de un estatuto jurídico, una ley que regule el funcionamiento nacional de la Universidad y la definición del carácter nacional, junto con las formas de relación de la autoridad nacional con los de gobiernos locales.
En este largo proceso la UPN lejos de construir soluciones ha venido acumulando nuevas contradicciones, ejemplos de ello son las siguientes: La Unidad Ajusco versus las 76 Unidades del país, la autonomía centralizada versus la autonomía con poder para los gobiernos estatales, la generación de un proyecto nacional que comparta programas académicos y líneas de desarrollo versus la gestación de proyectos estatales o regionales y que responden a necesidades focalizadas localmente, entre otros.
En este trayecto un grupo partidista del Senado de la República tuvo una iniciativa muy general, que quedó ahí como una iniciatva para pasar luego al juego infantil de “engarróteseme ahí”.
Las autoridades formales de la Universidad están más empecinadas en mirar a la educación básica para contribuir en el diseño de libros de texto y materiales en el marco del actual proceso de reforma educativa o como se le llame. Por encima de resolver los problemas y los rezagos institucionales. Un problema muy grave a nivel nacional es la situación de la plantilla de trabajadores, sobre todo del personal académico cuyo régimen es de contrato temporal o también llamados interinos. El personal basificado o dictaminado hoy en día es una minoría. El problema es de recursos financieros, pero también de falta de disponibilidad política y administrativa.
Por otro lado, tenemos, un problema dual por un lado la plantilla de trabajadores tiende con el paso del tiempo y por razones obvias a envejecer, el relevo generacional no ha sido lo suficientemente sensible para heredar la estafeta con la misma mística de los herederos. Y por el otro, los liderazgos más emblemáticos de la Universidad: Refundación, los autonómicos, los radicales y otros, tienden a reproducir los monólogos del poder, a estas alturas del partido me atrevo a decir que no existe una propuesta global consensuada que pueda ser defendida por el gran grueso o la mayoría de los trabajadores, los consensos sobre el carácter nacional, el proyecto académico y sobre todo el estatuto jurídico y el tipo de universidad a la que aspiramos se llaman así, pero son sólo iconos de una universidad en constante confrontación. Dichos puntos son defendidos por una mayoría minoritaria.
Es importante no continuar con esta larga espera, la comunidad universitaria como sujeto colectivo podemos y debemos pasar a estar a defender por lo que hemos luchado por años, manifestarnos, hacer valer el grito y la voz colectiva en el parlamento abierto, Agilizar los acuerdos, consensar en la acción el rumbo y el tipo de Universidad a la que deseamos en mayoría al lado de las supuestas minorías.
Los riesgos son muchos, el caso de Jalisco es emblemático en cuanto al abuso de la autoridad local, tuvimos un ejercicio de promoción interna que terminó ignorando y atropellando los dictámenes de la CAD de tal manera que hubo personas que no solamente le dieron la máxima categoría, sino incluso la ampliación de carga horaria de 20 a 40 horas en un solo movimiento y el descarado ejercicio en el cambio de directoras y directores en donde desplazaron la voz y la participación de la comunidad y decidieron en lo oscurito, sobre la base se acuerdos de participación de negociación política el cambio en los términos de una convocatoria amañada de el origen y dejando fuera la participación de la comunidad universitaria de las cinco unidades UPN en el estado.
Lo anterior es sólo un botón de muestra de los grandes riesgos a los que nos enfrentamos en esta transición inédita. Es importante que el sector democrático del consejo académico asume y haga uso de su vocación y de su liderazgo formal al convocar a la comunidad de la UPN a nivel nacional, para manifestarse ante el Senado y el Congreso de la Unión, ante el ejecutivo (titular de la SEP y titular de la Subsecretaría de educación superior). El parlamento abierto lo debemos ejercer de facto entre todas y todos
Necesítanos tener una propuesta sólida y consensuada a nivel nacional y que sea defendida y encabezada por un liderazgo legitimo con las instancias formales ante las agencias gubernamentales, para poder dar este salto pensado en el arribo a un nuevo estatuto jurídico en lo institucional de la UPN en México. En ello el actual consejo académico a modo de CGU, deberá encabezar este compleja y riesgosa transición.
Existen oportunismos de distinto tipo (siempre los ha habido) que aspiran a beneficiarse en la actual coyuntura y debido a los vacíos jurídicos, es importante establecer una transición pactada sobre la base de garantizar un estadio superior para la UPN en México.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]