El peso de la prueba

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

A medida que pasa el tiempo encuentro a más docentes y estudiantes convencidos de que el uso de una escala con gradaciones extremadamente detalladas no es más útil que un criterio binomial menos “exacto” que simplemente señale que determinados requisitos de aprendizaje se cumplieron o no. Es decir: una simple escala nominal: “pasa” frente a “no pasa”.
Uno de los argumentos a favor de una escala ordinal (primero, segundo, tercero…) es que se le pueda usar como criterio para que los estudiantes sean admitidos en el orden en que se les clasifica según determinada puntuación. Y el uso de una escala de intervalo (qué tanto más en esa escala se cumplen los requisitos) señalaría la proporción de los conocimientos/habilidades demostrados en la prueba. En los casos en que se requiere una clasificación más detallada, es ésta la escala que suele utilizarse en las evaluaciones para decidir si se cumplieron los requisitos de los cursos o los exámenes de admisión. Esta teoría de la medida, tan cara a los psicólogos que viven de la psicometría, y a algunas agencias dedicadas a preparar y vender el servicio de exámenes de admisión, ciertamente no es cosa nueva. En buena parte se basa también en que los participantes en las evaluaciones no se asomen a ver los resultados de otros participantes o lleven sus propios “acordeones” con las respuestas correctas.
En una muestra de candidez, en las últimas semanas del 2020, la Universidad de Guadalajara aplicó los mismos ítems de un examen a cinco diferentes grupos de aspirantes que se presentaron en cinco momentos separados a lo largo de tres días. Los resultados, al ser interpretados en términos estadísticos, hicieron sospechar que había algún chanchullo en el proceso. Parece que ninguno de los involucrados en la aplicación se había enterado de un caso análogo en las escuelas Normales del vecino estado de Michoacán. En agosto de 2020, se anularon los resultados de los exámenes aplicados a aspirantes a cinco de nueve escuelas Normales. En ese caso, extraña que se anularan los resultados para los aspirantes de algunas y no de otras escuelas. Hubo protestas de los estudiantes que llamaron la atención a las irregularidades, pero los resultados sólo se impugnaron en cinco de esas nueve escuelas.
En el reciente caso de la Universidad de Guadalajara, se reconoció que las respuestas a los ítems de matemáticas habían circulado entre los participantes de una aplicación a otra y se anularon todos los resultados. Una consecuencia fue que se recorrió la fecha de inicio de cursos para todos los grados de la principal institución educativa del estado Jalisco (que lleva el nombre de su capital, pero en realidad es una universidad con alcance en toda la entidad federativa). La idea es que se repita el examen de admisión, con medidas de seguridad y de salubridad más adecuadas. En este otro caso, suscitado meses después del michoacano, extraña que todos los estudiantes, no sólo los de primer ingreso, hayan tenido que recorrer casi mes y medio el inicio del semestre 2021-A.
Una moraleja de estas experiencias podría ser que no hay exámenes infalibles, por más que se pretenda establecer grados de habilidad y conocimiento. Otra más, es que incluso quienes no participan en las evaluaciones pueden verse afectados, ya sea los transeúntes frente a las manifestaciones en Morelia, o los estudiantes/docentes udegeístas que ya estaban ansiosos por reanudar sus cursos.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. rmoranq@gmail.com

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