El papel de la educación en tiempos de turbulencia social
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
En el presente año se concluye el primer cuarto de este nuevo siglo e inicio del segundo cuarto. Tal como lo apuntó hace años Manuel Castells, “hemos pasado de una época de cambios a un cambio de época”. Se nota en las noticias y en los mensajes que circulan en las redes sociales y en el llamado nuevo orden mundial.
Tenemos entonces que la llegada a la presidencia en los EEUU por segunda ocasión de Donald Trump y la llegada en nuestro país de la primera presidenta mujer en la historia de México han sido (aunque no se quisiera) piezas de un nuevo rompecabezas mundial.
Bajo el anterior contexto, los EEUU atraviesan por una crisis de credibilidad internacional; no solo tienen problemas económicos y sociales en su interior, sino que también han sido desplazados por países que han emergido como nuevas potencias, como China y Rusia, entre otros.
En este orden de ideas, la educación es una pieza que no encaja en la agenda pública del nuevo entorno mundial, debido a que ha sido copada por disputas y amenazas militares, por la inminencia en la imposición de nuevos aranceles y por las supuestas amenazas del peligro de una nueva guerra mundial.
La educación corre por el carril más desatendido por la sociedad: la formación de recursos humanos, los nuevos formatos y enfoques formativos poco interesan a los poderosos; lo que interesa son las disputas por hegemonizar el mundo. Aun resuena la frase de Nelson Mandela, expresidente de Sudáfrica: “La educación es el arma más poderosa que se puede usar para cambiar el mundo”. La frase es clara, emblemática, un tanto utópica; pero porque en el fondo, las acciones de algunos de los países no se acercan a su cumplimiento.
La educación es el artefacto más olvidado en las acciones, pero también es la palabra más mencionada en los discursos demagógicos. Incluso, en el caso de México, los últimos gobiernos también se han olvidado de atender la educación para acoplarla al desarrollo del país. ¿De qué se trata entonces?, ¿acaso de hablar de unas cosas y hacer otras?
Las y los que somos educadores, junto con los que estamos a favor de la frase de Mandela como un ideal que puede ser posible. La pregunta entonces sería: ¿cómo poder desplegar una propuesta que visibilice y recupere el protagonismo de las formas y los estilos por formar a los sujetos de las nuevas generaciones?
Es muy probable que Trump reprobara en la escuela y que la escuela reprobara con Trump y con muchos de los personajes cuya perversidad es el protagonismo de los nuevos tiempos. Requerimos contribuir a la construcción de una sociedad educadora, sin discursos demagógicos, sin amenazas bélicas y sin extorsiones o chantajes financieros. La educación es la mejor forma de transformar el mundo, y al transformar el mundo, será la mejor forma de mejorar la educación.
*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]