El movimiento pedagógico de México ¿y el de Jalisco?, en el marco del bicentenario de su soberanía

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Por movimiento pedagógico podemos definir, los rasgos, las aportaciones, las características pedagógicas que distinguen a un autor destacado, una época histórica o una serie de distinciones de algunas aportaciones al campo educativo, que se hacen presentes como parte de la historia educativa de nuestro país. Se considera como importante, destacar la escuela rural mexicana, las misiones culturales y la práctica docente con una práctica social durante la escuela socialista del cardenismo.
De esta manera, todo movimiento pedagógico tiene rasgos distintivos, de algo que se ha hecho como aportaciones históricas o de algo que está por hacerse como un proyecto o proyecto piloto a futuro como vienen siendo las propuestas de la Nueva Escuela Mexicana.
Bajo este marco (y de manera colaborativa) se destacan los componentes de las aportaciones del movimiento pedagógico de Colombia o el movimiento pedagógico de la escuela argentina y así como todos los países latinos de nuestro continente tienen algo qué decir, algo qué aportar en esto a lo que le podemos llamar el movimiento pedagógico latinoamericano.
Algunos autores reconocen a Colombia como el país más emblemático que distingue un movimiento pedagógico propio y de tiempo reciente, el cual se desarrolla en un contexto de alta tensión.
A partir de las aportaciones del Movimiento Pedagógico de Colombia el cual surge en el año de 1982, se constituye en el acontecimiento más importante gestado por el magisterio a través de la Federación Colombiana de Educadores (FECODE) que aglutina a más de 200 mil maestros de Instituciones públicas con Sindicatos Seccionales en todos los Departamentos del territorio nacional (Alfonso Tamayo Valencia, 2006).
Toda iniciativa que forma parte de un movimiento pedagógico surge por iniciativa propia y en contra de todo acto de imposición de querer implementar una reforma, una política pública o un diseño curricular o incluso una serie de regulaciones laborales que le impongan al magisterio de algún lugar determinado.
En nuestro país y, sobre todo, en el sexenio de “Enrique Peña Miento”, los intentos por imponer reformas o políticas se cuentan por montones, no así las iniciativas de resistencia, de oposición, de insubordinación.
Los agentes que se oponen no a las políticas públicas sino más bien a la imposición de las mismas son contados, el SNTE pudiera ser un garante que le dé sentido y protagonismo a la gestión del movimiento pedagógico en nuestro país, sin embargo, su excesivo oportunismo político y su vocación de siempre estar al lado del poder lo que lo mantiene como instancia inauténtica y que le resta todo tipo de autoridad para convertirse en una instancia que le dé sentido y que encabece el movimiento pedagógico en nuestro país.
En un segundo momento está la disidencia magisterial, la CNTE se acerca mucho más a poder encabezar y protagonizar un movimiento pedagógico y de avanzada. Sin embargo, es la dispersión, la atomización y la ausencia de un proyecto verdaderamente nacional lo que no le ha permitido a la CNTE encabezar la gestación y desarrollo del movimiento pedagógico nacional para México.
Lo que queda al final son pequeñas manifestaciones de descontento de pequeños grupos, que desde los márgenes se manifiestan en contra de la oposición y con iniciativas válidas pero desarticuladas entre sí.
El movimiento pedagógico de México deberá refundar su vocación propositiva, de acción y de militancia. En ello destacó tres rasgos históricos:

a) Un primer rasgo tiene que ver con el rescate histórico de las aportaciones de la escuela rural, las misiones culturales y la mística vocacional de las y los docentes de las primeras cuatro décadas del siglo pasado. Cuando las y los docentes se habían convertido en líderes sociales e intelectuales orgánicos al servicio de las causas populares.
b) Un segundo rasgo el movimiento pedagogico de nuestro país y que aparece en la nueva propuesta curricular es la fusión entre prácticas educativas y necesidades sociales del pueblo o de las comunidades para generar propuestas de acción participativa y en contra de la imposición gubernamental.
c) Un tercer elemento tiene que ver con el rescate y continuidad con la función social de la escuela al servicio del pueblo y en donde los aprendizajes se definen como aprendizajes sociales para la participación social.
d) Y un cuarto elemento amalgama los distintos componentes dispersos, lo sociales se articulen bajo una visión de acción educativa.

Para el caso de Jalisco, que en el último sexenio se ha querido distinguir como un estado con una propuesta particular, ¿acaso existe algo a lo que le pudiéramos llamar Movimiento Pedagógico de Jalisco?

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]

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