El movimiento magisterial avanza
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Vivimos en un país donde los medios de comunicación acostumbran a distorsionar la realidad y los órganos de gobierno le mienten a los ciudadanos. A principios del sexenio, el gobierno de Enrique Peña Nieto anunció (con la prepotencia de quien apenas asume el poder) sobre una ambiciosa e histórica reforma educativa. El primer titular de la SEP Emilio Chuayfett fue el instrumentador de la misma, con el paso del tiempo y a partir del proceso vivido hemos verificado, que dicha propuesta ni era educativa ni tampoco una reforma. Se trataba de hacer un ajuste de cuentas en contra del magisterio nacional, con dedicatoria especial a los destacamentos democráticos mal llamados disidentes y alinear a la cúpula del SNTE a las nuevas demandas del poder. El segundo secretario Aurelio Nuño, es una versión corregida y aumentada de Emilio Chuayfett, lo mismo es porro, policía, guardián, celador, que un funcionario protagónico, está en la palestra de la sucesión presidencial pero en cada oportunidad no desaprovecha para amenazar a la disidencia, para intimidar a los miembros de la CNTE. Su discurso amenazante es una traición del inconsciente ya que no tiene el control del magisterio e incluso cada día lo va perdiendo.
Del otro lado, los destacamentos democráticos del magisterio aglutinados en la CNTE o en las diversas siglas o proyectos estatales (aquí en Jalisco, del MBM se pasó a la AJDM), por diferencias tácticas y pugnas por la hegemonía, pero el movimiento camina y camina bien. La CNTE tiene 37 años de existencia, surgió en 1979 cuando la bonanza petrolera proletarizó aún más el trabajo magisterial. La CNTE ha logrado ganar y sostener a secciones y estados enteros de trabajadores de la educación, como ha sido el caso de Oaxaca, Michoacán, la Sección IX de la Ciudad de México y, a últimas fechas, destacan Chiapas y Guerrero. Su limitante es de dos tipos, que no se ha podido convertir en un proyecto verdaderamente nacional y de alternancia a las formas corporativas prevalecientes en el SNTE y que le ha faltado inventiva e innovación para “modernizar” el movimiento, en donde no sólo es la disputa gremial y en contra del charrismo, es también el proyecto educativo lo que se pone en juego durante los últimos años.
Asistimos a un escenario dual, escindido, confrontado, donde el gobierno quiere imponer a toda costa su propuesta de supuesta reforma educativa y los grupos inconformes se aferran a derrotar dicha propuesta, corriendo el peligro incluso de perder su empleo.
Ante tal estado de polarización habría que pasar a una verdadera propuesta de medición o intermediación, de un órgano ‘neutral’ reconocido por su prestigio académico y solvencia moral y profesional. Las partes deberán sentarse, sobre todo para ceder y no para imponer su visión, en la mesa del diálogo, en el centro podrían estar algunos intelectuales destacados, que contribuyen a un avance verdadero.
Por último, quiero decir que esta nueva oleada del Movimiento Magisterial (MM), la del mes de mayo de 2016 demuestra que la CNTE vive y es firme en sus posiciones y que la reforma educativa que anunció con tanta seguridad Enrique Peña Nieto, ha sido derrotada por sus propios excesos.
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. [email protected]