El malestar docente II

 en Juan Campechano Covarrubias

Juan Campechano Covarrubias*

Como muchas decisiones de quienes las toman, como muchas normas de los que las establecen, se pretenden que todas ellas, sean de orden general. Si existen un o unos sujetos que roban los exámenes de carrera magisterial, se toman medidas tales como volver a aplicar el examen y pintar el fondo rojo, buscando disminuir la posibilidad de hacer trampa, independientemente del esfuerzo visual de quienes los contestan y no tuvieron nada que ver con el mal uso de una prueba anterior. ¿Quiénes fueron?, ¿cómo lo hicieron?, ¿qué ganancia obtuvieron? Si se parte del supuesto de que los docentes son flojos, transas, que buscan hacer las cosas con el menor esfuerzo, se actuará en consecuencia. El problema es la complejidad de la realidad. Está llena de acontecimientos y personas que no son homogéneas. Luego bajo esos supuestos, se presiona a los docentes, cada vez con más controles, mayores niveles de exigencia con los reportes, y a fin de cuentas los cumplidos son los que siempre más le sufren.
Existe una lógica de un sistema que opera en función de la menor inversión con la mayor ganancia. Nuestro modelo de sociedad tiene sus virtudes y defectos. Preocuparse y valorar a las personas no es su máxima virtud. Se les ve como objeto de ganancia.
Cuando se observa cuáles son las principales afecciones que tienen los docentes, pienso que son las afecciones nerviosas (gastritis, colitis, dolores de cabeza, migraña). ¿Por qué los docentes se enferman de los “nervios”? Véase las condiciones en que realizan su trabajo. El número de niños, la realidad física de las aulas, la valoración a la función del docente, la relación entre los valores que vive la sociedad y los valores que fomenta la escuela. Es necesario conocer lo que pasa en el proceso educativo, cómo se lleva a cabo, aunque para muchos eso no importa. Hay que llenar reportes, informes, formularios.
¿Qué sabemos de los maestros que hacen bien su trabajo? ¿Cómo le hacen los maestros que tienen buenos resultados? ¿En qué condiciones? ¿Cómo se sienten? Hace falta un consenso mínimo entre lo que los padres consideran una buena educación y lo que realizan y pueden hacer los docentes en los salones de clase. Desde los estudios pioneros de Ada Abraham en “El Mundo Interior de los Enseñantes”, hasta los de José M. Esteve en “El Malestar Docente” la preocupación por el sentir del maestro está ahí, hoy es asignatura pendiente.

*Miembro del comité ejecutivo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). ciceron13579@hotmail.com

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