El futuro de la OCDE en las políticas educativas de México

 en Jaime Navarro Saras


Jaime Navarro Saras*

Sabemos de sobra el papel que jugó la OCDE en la reforma educativa del gobierno de Enrique Peña Nieto, se decía en silencio y a todas voces que ésta fue diseñada por el organismo comandado por el salinista José Ángel Gurría, de hecho, México fue de los pocos países que se jactaban de seguir a pie juntillas las recomendaciones que le señalaban a la educación pública, sobre todo, por los resultados de la Prueba Pisa.

También sabemos que la OCDE evalúa todo tipo procesos y productos relacionados con la economía y el comercio, la mayoría de ellos tienen como propósito y es parte de sus políticas recomendar líneas de acción y que, países como México suelen seguir sin chistar, sobre todo por los gobiernos neoliberales que hemos tenido en los últimos 30 años.

En los informes educativos de la OCDE se detallan múltiples variables de la escuela pública mexicana, obviamente que las autoridades de la SEP han hecho oídos sordos y tenido ceguera voluntaria hacia ciertos aspectos de la educación, lamentablemente, sólo han querido ver lo que así convenía para buscar culpables de la tragedia educativa nacional, en ese escenario únicamente hubo un villano y responsable: el maestro.

No se dijo, en los tiempos de la reforma educativa, por ejemplo, que el salario del maestro mexicano era el más bajo de todos los países que integran la OCDE, tampoco se señaló que la formación y actualización de maestros era la menos apta de la región y, por supuesto, ni de chiste se dijo nada del alto porcentaje de escuelas que carecían de los servicios básicos (luz, agua y drenaje), amén del equipamiento de tecnología.

Mientras gobernaba Peña Nieto y hasta antes de las elecciones del 1º de julio, la OCDE presumía las maravillas de la reforma educativa, a tal grado que no cesó en hacer comentarios de desacreditación para la plataforma electoral de Andrés Manuel López Obrador (–no podemos volver al pasado– dijo Gurría el 21 de abril de este año) pero, para su desgracia el pueblo ya había tomado su decisión y, a dos semanas de la llegada al poder, AMLO decide echar abajo la reforma educativa tan defendida por ellos.

Si algo caracterizó a la OCDE en este sexenio que terminó, y en especial a José Ángel Gurría, es haber sido el principal aplaudidor de que en México todo iba bien, que era el camino correcto para lograr la excelencia en todos los campos, en especial lo relacionado con las privatizaciones en aras de una mayor competividad.

Desgraciadamente, y a partir del 1º de diciembre, México ya no es el escenario del neoliberalismo, el país apunta hacia una política social donde la OCDE está muy lejos de seguir haciendo recomendaciones, sobre todo en materia educativa que, a decir de Esteban Moctezuma, se seguirá evaluando la educación y a los maestros, pero con un sentido correctivo y no punitivo.

En este sentido, la OCDE dejará de ser un referente religioso y dogmático para la política pública y a lo sumo (sus informes) sólo serán referencias bibliográficas cuando se haga una lectura de la realidad para sugerir cambios y mejoras a la escuela.

La pregunta en el aire es, ¿qué hará la OCDE sin un cliente acrítico y sumiso como el que tenía el sexenio pasado en cuanto a educación? A menos que decida olvidarse de lo que es y se sume a la Cuarta transformación como lo han hecho otros grupos como el SNTE.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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