El fracaso de la escuela moderna

 en Luis Christian Velázquez Magallanes

Luis Christian Velázquez Magallanes*

Hegel construyó una losa teórica que, desde las categorías racionales más elevadas, da cuenta de prácticamente todos los fenómenos perceptibles y formales para el Hombre. Por ejemplo, el objetivo de uno de sus libros es, según el pensador alemán, explicar los acontecimientos de toda la historia de la humanidad.
La sola idea de un sistema que explicara el todo y cada una de sus partes despertó en los pensadores posteriores un temor y una profunda necesidad de salir del laberinto impuesto por la lógica hegeliana. La idea era muy clara: encontrar un elemento que afirme la individualidad para escapar de la inmensidad de un sistema totalitario.
Guardando la distancia y, con algunas concomitantes, la modernidad y sus tecnicismos han propiciado que los procesos de enseñanza estén en un galimatías en donde no se encuentra ni el fondo, ni la forma. La tendencia señala que la educación se debe tecnologizar y modernizar. El hombre tiene un pavor a quedarse en el pasado porque lo considera como anacrónico y obsoleto.
Pero, ¿los alumnos en este momento, a pesar de todos los avances y recursos tecnológicos, aprenden más que las generaciones que solo contaban con libros, pizarrones y gises?
Es momento de cuestionar hasta dónde la instrucción formal está cumpliendo con su ideario o solo, aunque pese señalarlo, funge más como una estancia para saber en dónde están nuestros jóvenes en un horario específico. La escuela, efectivamente, dota de criterios y herramientas para resolver situaciones específicas o solo se simulan cosas. La cultura en sí con sus ideales estéticos, éticos y epistemológicos son promovidos y desarrollados en los centros educativos o qué se hace en ellos. Cómo consolidan nuestras niñas, niños y adolescentes su criterio moral, su ideal estético y su conocimiento e interpretación del mundo.
Miguel Ángel Pérez Reynoso en su artículo, Cuando las necesidades crecían, eran grandes y las escuelas se quedaban empequeñecidas, publicado en esta misma revista, presenta una reflexión sobre el significado de la escuela formal para los jóvenes. La instrucción formal, expuesta con una precisión quirúrgica, está completamente alejada de sus intereses e intenciones. La realidad les presenta una serie de exigencias y problemas en donde la escuela, como primer respondiente, desafortunadamente, no ofrece alternativas ni herramientas de solución.
En este mismo sentido, Jaime Navarro Saras, en su artículo “Entre lo moral, lo legal y la realidad mexicana”, publicado también en este portal, explica cómo la cultura está invadida por estereotipos que enaltecen el éxito a partir de la cultura de la violencia. Parece que lo artístico, en sus manifestaciones populares, tiene como finalidad la eliminación de valores estéticos; no se perciben categorías como el goce o lo sublime. No es posible imaginar a Gustav Mahler componiendo corridos tumbados y, mucho menos, a Alfredo Olivas interpretar en el Teatro Degollado Nessun dorma.
El sistema hegeliano se atrevió a explicar la historia de la humanidad porque considera que la autoconciencia en su trayecto reconoce la necesidad de desarrollar al máximo sus categorías racionales; es su razón de ser y esencia. La idea es que el Hombre, en su devenir o historia, es capaz de desarrollar al máximo sus categorías intelectuales para comprender los ideales de belleza, bondad y verdad. La realidad, empero, demuestra todo lo contrario: parece que, lejos de propiciar el desarrollo de habilidades de pensamiento superiores, la especie está más interesada en volver a categorías de análisis primarias.
Luego entonces, tendríamos que decir que la escuela que pretendía incorporar los avances tecnológicos a las aulas no ha logrado su cometido.
Empecemos por señalar que la tecnología educativa se entiende como la incorporación de los avances científicos a los diseños instruccionales de enseñanza. En la actualidad, los docentes se sorprenden cuando comprenden el universo de posibilidades ofrecidas por las aplicaciones de Inteligencia Artificial o con aquellas que reemplazan el trabajo manual. De ninguna manera podemos inferir que el gusto se origina por la posibilidad de delegar el trabajo de diseño y planeación a un computador, o tal vez sí.
En segunda instancia, si observamos los datos relacionados con la calidad, cobertura y eficiencia terminal, tenemos que reconocer que, lejos de disminuir la eficiencia, han incrementado los porcentajes de deserción y abandono escolar; las cifras muestran que la cobertura se fragmenta cuando los alumnos tienen que competir para ingresar al nivel medio superior y superior; y, al hablar de la calidad, tendríamos que aceptar que las habilidades teóricas y prácticas expresadas en los perfiles de egreso se desarrollan en niveles ínfimos. La calidad se pone en entredicho cuando encontramos alumnos en el nivel medio superior que no saben argumentar o expresar una idea, se les dificulta sobremanera escribir un párrafo y para resolver una multiplicación se ven en la imperiosa necesidad de usar un dispositivo inteligente.
Por tanto, tendríamos que reconocer que la modernidad y su tecnología, lejos de ser una herramienta efectiva para mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje, representan una complejidad importante. No se piense que se quiere decir que los avances en inteligencia artificial o aplicaciones usadas como herramientas para el aprendizaje sean perjudiciales; solo se quiere puntualizar que, para que se usen de manera efectiva en las aulas, primero tendríamos que desarrollar individuos inteligentes con los métodos de esa escuela tradicional y antigua que hemos desdeñado a pesar de sus resultados.

*Licenciado en Filosofía. Profesor en la Escuela Secundaria General 59 “Francisco Márquez”. chris-brick@hotmail.com

Comentarios
  • Melanie Velázquez
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    👏🏻👏🏻

  • Edith Galindo
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    Excelente como todos los artículos que he podido leer y comentar.

    La escuela ha perdido su sentido de ser el lugar donde los saberes se movilizan. Los jóvenes quieren resolver con la tecnología lo que debieran pensar, deducir, crear para sí y la sociedad

  • Karen
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    ¡Excelente contenido!

  • Jorge
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    Siempre los mismos errores

  • Mayra
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    Es bueno el avance tecnológico, pero no en cualquier lugar cabe.
    Dentro de la educacion creo no ayuda mucho, pues el estudiante ya no se preocupa por estudiar, por tener el hábito de investigación, por esmerarse a presentar un buen trabajo, etc; ya que todo lo resuelve con Inteligencia artificial, rezagando su propia inteligencia.

  • Martin Linares Ramos
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    Interesante y de actualidad el planteamiento. Un verdadero desafío propiciar en el docente la exigencia de utilizar a la tecnología para sí, y evitar a toda costa convertirse en instrumento de ella.

  • Areli
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    Coincido, las herramientas tecnologicas vinieron a fomentar la flojera en los alumnos, pero también no las utilizan para lo que en realidad les puede apoyar. Existe mucho plagio en las proyecciones de los estudiantes de ahora. Cómo maestro nos corresponde brindar esas herramientas y enseñarles a utilizar de forma correcta, no es solo cortar y pegar. Invitarlos a consultar artículos de investigación.

  • Miguel Ángel Pérez Reynoso
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    Muy bien Christian gracias por hacer referencia a nuestros artículos y por la firma brillante de ir más allá. Aquí demuestras que eres buen lector y un excelente hilvanador de ideas
    Además la generosidad de hacer referencia a materiales de otros colegas es digno de reconocerse

    Gracias

  • ANETTE CAROLINA
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    De acuerdo con su postura, maestro. Considero que el problema va más allá. Las colonias digitales avanzan en mayor rapidez que las físicas esto es lo que provoca un mal uso, como si nos inundaramos en un mar de información y habilidades que, en efecto, sirven, pero ¿para qué?

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