El estado de orfandad de las instituciones formadoras de docentes
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
De un gobierno que se supone está identificado con proyectos y con una afiliación ligada a la izquierda democrática, uno supondría que la educación se tornaría en la prioridad número uno de dichos gobiernos. En el caso de los gobiernos emanados de la 4T, con Andrés Manuel López Obrador y con Claudia Sheinbaum como presidentes respectivamente, todo ello no ha sido así.
Hasta este momento, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha anunciado un megaproyecto de apoyo al bachillerato o a la educación media superior; la mirada entonces la ponen hacia abajo, que se priorice la atención a este nivel educativo que ha dado muestras de tener infinidad de problemas, pero ¿qué pasa con el resto de los componentes del sistema? En dicho espacio se encuentran las escuelas Normales que forman docentes, las unidades de la Universidad Pedagógica Nacional en el país y las instituciones que ofrecen estudios de posgrado en educación y que también hacen investigación educativa.
Con respecto a las instituciones formadoras de docentes, hasta este momento no existe un solo señalamiento que diga cuáles son las orientaciones o la línea sobre la cual habrán de conducirse. Existe un descuido institucional, una especie de olvido de ambas instancias, y pareciera que para el actual gobierno la formación docente no le interesa o le interesa muy poco y pareciera también que al proyecto nacional de la UPN es dejarlo morir por muerte natural.
La famosa austeridad republicana se ha tornado en un pretexto para colocar en el olvido a las instituciones que forman parte del sistema de instituciones formadoras y actualizadoras de docentes. ¿De qué se trata? Sabemos que se generó a lo largo de la historia una tradición que estaba relacionada con una falsa contradicción y confrontación entre el normalismo y la UPN. Hoy podemos decir que es una trampa con el recurso básico del “divide y vencerás”.
Tanto el sistema de unidades de la UPN como las escuelas Normales en el país tienen aportes importantes; cada una por su lado realiza tareas que ninguna otra instancia pudiera hacer. Ni las universidades tradicionales que han querido meterse al campo de la educación y de la formación docente son capaces de garantizar el vocacionismo de formar para garantizar que el ideario social y político continúe.
Existe un descuido sospechoso, no hay recursos para dichas instituciones, las plantillas de académicos cada vez sobrevienen bajo condiciones paupérrimas de trabajo y el gobierno federal y la gran mayoría de los gobiernos estatales ponen en práctica la máxima salinista “ni los veo, ni los oigo”.
¿De qué se trata?, repito, de generar un estallido social después de que estas instituciones despierten o de demostrar que el poder lo tienen ellos; aunque se digan de izquierda, actúan como en los peores tiempos de la derecha neoliberal. ¿De qué se trata? Por favor, que alguien se digne en mirar lo que pasa y lo que necesitan las instituciones que se encargan de formar docentes en este país, es decir, de formar la masa crítica que se encargará de garantizar la formación de las actuales y las futuras generaciones. ¿De qué se trata entonces?
*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]