El espacio, esa incómoda categoría de estudio
Marco Antonio González Villa*
Es inevitable; en toda investigación social y/o educativa es una variable que suele minimizarse, pero no se le puede soslayar o desdeñar, pero tiene a ser ignorada, a diferencia de la categoría tiempo a la que, en algunos grupos académicos, se les da más peso.
El espacio refiere al contexto, a un lugar, y se liga a una pregunta de implicaciones profundas en lo social: ¿dónde? Y el dónde es importante porque da cuenta de un sujeto antropológico y sus posibilidades de generar conocimiento, ya sea investigador o investigado: el espacio va de la mano de la validación; por ende, puede quedar permeado por una figura ubicada en un lugar de poder.
Independientemente del marco epistemológico desde el cual se lleva a cabo una investigación social, el espacio es una variable que devela la implicación de los participantes, desde la perspectiva de las ciencias del espíritu, o que puede afectar la validez externa desde las ciencias duras. Pero más allá de la teoría que respalda una práctica, el investigador se posiciona en un “lugar” de poder, que puede ser el espacio académico, desde el lugar de los que saben o desde el lugar en que puedo analizar a aquellos que están, en un ámbito social, por debajo de mí (yo te puedo estudiar), lo cual nos recuerda a diferentes colonialismos geopolíticos, con énfasis en el geo-lugar, que han existido a lo largo de la historia, implantados por Europa desde hace siglos y por Estados Unidos con un tiempo menor.
De esta forma, el saber y el conocimiento residen en unos cuantos que regularmente tienen un poder no sólo académico, también político y económico que justifican su lugar en el mundo, sus acciones y lo que validan, lo que nos hace dar un salto brusco en la narrativa de este texto. El lugar de nacimiento de alguien nos dirá si lo que uno hace es arte o artesanía, conocimiento científico o cosmovisión, religión o creencia primitiva, ataque vil y criminal o intervención por el bien de un país que no puede tener soberanía, colonizar matando o culturizar, matanzas justificadas en guerras o sacrificios salvajes, estudios antropológicos, sociológicos y/o etnográficos o tradiciones o epistemologías del tercer mundo. Son formas en que el lugar, el espacio, se juega en cada uno y lo traemos pegados con letras chiquitas; ¿desde dónde se construyen las epistemologías? ¿Desde qué países o clases sociales?
Las 10 “mejores”, sí entre comillas, universidades del mundo se encuentran ubicadas en dos lugares que han generado estragos en otros espacios: Estados Unidos y el Reino Unido, jactándose de tener la mejor formación y muchos años de historia: ¿qué han hecho por este lugar común que es la Tierra?, ¿qué beneficios han traído para espacios que han sido tomados o atacados?, ¿quién los posiciona en ese lugar?, ¿cuál es su postura ante la injusticia y las invasiones? Han fracasado más que el resto de universidades porque no han cambiado el mundo, premisa básica de toda Universidad
He jugado con las nociones de espacio, lugar y posición, dando saltos sin ilación en el texto, con un dónde esbozado para pasar de un lugar a otro, para develar una postura epistémica que muestra cercanía con epistemologías otras del sur, para resaltar en un espacio académico como es Educ@rnos una categoría que se encuentra oculta en toda investigación y texto: la ventaja de abordar la noción de espacio es que permite descolocar a teorías, posturas, naciones y personas ubicadas en un mal lugar. Sólo hay que saber dónde y desde dónde leer ¿no?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]