El desprecio por la educación superior en México
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
En nuestro país la educación superior es el nivel educativo más alto, en donde se lleva a cabo la formación profesional para generar los distintos cuadros técnicos, científicos y humanísticos, además de la producción de nuevos conocimientos a través de la investigación científica y la difusión de la cultura y las artes. La formación profesional integra el pregrado (licenciatura) y el posgrado (maestrías, doctorados y posdoctorados). Hace unos días, la Secretaría de Hacienda dio a conocer el presupuesto para las instituciones de educación superior para el año fiscal 2025, en donde se incluyen a la UNAM, el IPN, la UAM, y donde también aparecen instituciones pequeñas como es el caso de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). En dicha declaración se hace público el anuncio de una reducción al presupuesto en comparación con el año anterior. En términos globales se habla de una reducción del 14% al presupuesto; después de la inconformidad presentada por la UNAM, la Secretaría de Hacienda reconoció un error: “la Secretaría de Hacienda reconoció un lamentable error de 5,360.1 millones de pesos para la UNAM y de 190.1 millones para la IPN” (La Jornada, sábado 23 de noviembre). De todo el esquema de educación superior, son las únicas instituciones sobre las cuales se hizo pública la corrección del presupuesto asignado para la reducción. Para el resto se da como un hecho consumado, el cual será menor a lo otorgado el año anterior.
Es necesario aclarar que la educación superior en nuestro país integra al sistema de universidades, autónomas y estatales. La educación superior se compone de cerca del 15% del SEN. Tenemos que, después de la promulgación de la nueva Ley de Educación Superior en 2021, la educación superior se divide en tres tipos de instituciones:
A) Las universidades autónomas que agrupan todo el sistema universitario tradicional.
B) Los institutos y las universidades tecnológicas.
C) Las instituciones de formación docente (escuelas Normales y Unidades de la UPN).
Debido a la tradición y a la visibilidad política de dichas instituciones, parece que el debate se ha centrado en lo que digan la UNAM y el IPN. Es a partir de ahí desde donde se toman las principales decisiones y se marca el rumbo que tomará el destino de la educación superior en nuestro país. En la ley ya referida, también se hace explícito que cada bloque de instituciones contará con patrimonio propio, recursos anualizados y el respeto a las formas de gobierno que se decidan desde cada institución. Por lo tanto, resulta contradictorio que el énfasis del presupuesto del próximo año solo esté en función de apoyar a un modelo universitario.
Existe una cuarta veta de instituciones que aún no están plenamente contempladas en la ley y corresponden a las Universidades Benito Juárez y del Bienestar. De ellas, es muy poco lo que se puede decir debido al desconocimiento de su modelo institucional.
También, en días recientes, la presidenta de nuestro país, Claudia Sheinbaum, refiriéndose al gasto en la UNAM, decía que recomendaba que dicha Universidad intente gastar lo menos posible en burocracia en el seno de la misma.
Parece ser que en términos globales, la reducción a un grupo importante de IES será del 14% para todo el sistema de universidades del país e instituciones de educación superior. La prioridad será apoyar el proyecto de las universidades del Bienestar. El actual gobierno federal está generando una especie de desarrollo en espejo: reducir lo más que se pueda los apoyos destinados a las instituciones tradicionales porque “gastan mucho en burocracia” y apoyar incondicionalmente a las universidades emergentes Benito Juárez o del Bienestar. Dicha medida temeraria es igualmente peligrosa para el futuro inmediato y pone en peligro a las instituciones de educación superior en nuestro país.
Me quiero referir ahora al tercer nivel de IES (instituciones encargadas de la formación de docentes) y a las implicaciones que se desprenderán del recorte presupuestal. Este grupo llamado en la ley de formación docente se integra por las escuelas Normales y las Unidades de la UPN; sus funciones están en el campo de las humanidades, en la formación docente y de otros agentes educativos habilitados a tareas vinculadas al campo educativo y a la profesionalización de las y los docentes en servicio.
En dicho bloque de instituciones, tanto las escuelas Normales como el sistema de Unidades de la UPN tienen una distribución nacional en cuanto a su cobertura, es decir, todas las entidades federativas del país cuentan cuando menos con una escuela Normal y una Unidad de la UPN; sus funciones están vinculadas —repito hacia la formación docente y con la profesionalización de las y los maestros en servicio, al igual, con la investigación para generar conocimientos nuevos en el campo educativo. Lo que aparece en los últimos años en dicho subsistema es el descuido y el desprecio institucional, lo cual predomina a nivel nacional entre un 60 y 70% de personal docente, cuya condición laboral es por contrato o que laboran de manera interina. Ha disminuido por esas malas prácticas burocráticas la figura de profesor de tiempo completo, de tal manera que dichas instituciones solo tienen de entre un 5 a un 10 por ciento de su plantilla con docentes en dicha condición. Ya no existen recursos adicionales para proyectos de desarrollo que se relacionen con la investigación institucional, el fomento editorial y la cultura universitaria.
Asistimos ante una contradicción política de fondo; por un lado, se habla de la importancia de mejorar los indicadores educativos en el seno de las IES, mejorar la eficiencia e incrementar el aumento de científicos, técnicos y especialistas egresados de la educación superior y, por otro lado, se anuncia la reducción al presupuesto en un 14%, creando con ello políticas de choque basadas en la eficientización del trabajo y del desempeño académico; en tanto, al final hay un desaprecio por estas instituciones.
Pareciera que el interés de la nueva presidenta de México está colocado en apoyar las universidades emergentes del Bienestar, dicha medida no es académica sino política. Se trata de ir adelgazando a las universidades tradicionales, a las escuelas Normales y a las Unidades de la UPN, a partir de restarles apoyos, reducirles el presupuesto, asfixiarlas institucionalmente hasta transformarlas o hacerlas desaparecer. La consigna de la “austeridad republicana” de la 4T tiene sus consecuencias en las letras chiquitas del presupuesto y en las nuevas condiciones laborales. Todo ello con la intención de fortalecer a las universidades del Bienestar, controladas desde el origen, corporativizadas y en donde no se corre el peligro de que causen problemas o conflictos sindicales.
Bajo este contexto global, a la UNAM se le hace caso porque la UNAM es la UNAM, pero el resto de las instituciones son pequeñas ante los ojos del amo. En los hechos no existe interés en apoyar a la educación superior y, menos aún, en preocuparse por incrementar el presupuesto. El actual gobierno federal ha caído en un doble discurso, por un lado, en declarar que apoya la educación y, por el otro, actuar en un sentido contrario con medidas restrictivas y persecutorias.
La educación superior, como dice Hugo Aboites (La Jornada, sábado 23 de noviembre de 2024), debe sumar esfuerzos, y yo digo que para el subsistema de formación de docentes es necesario crear un bloque nacional que unifique a las instituciones que se encargan de formar a las maestras y los maestros y que habrán de atender muy pronto la educación básica, la media superior e incluso la educación superior.
Es importante que la voz y las propuestas sean escuchadas; en el fondo se trata de un problema de dignificación del trabajo en la educación superior. Aquí se forman las y los cuadros que habrán de hacerse cargo de mover los hilos de la producción de este país. Se requiere un mínimo de respeto para el presente y también para el futuro en el seno del sistema educativo. Pichicatear los apoyos y los recursos para las IES y para todo el subsistema de la educación superior demuestra que en México les interesa muy poco la educación.
Juraron defender los intereses del pueblo en su programa de gobierno, pero en los hechos están haciendo todo lo contrario.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]
Faltan liderazgos en nuestras instituciones para presentar una seria inconformidad, como lo hacen las instituciones a las que se les corrige “el error”.
Saludos