El Chavo

 In Jorge Valencia Munguía

Jorge Valencia*

para Nicky, amigo del inmortal

El legado del Chavo es su entrañable universalidad. Nació en Santiago, en Buenos Aires, en el D.F. y en Bogotá. Su miseria es la de todos; su inocencia, de unos cuantos.
La torta de jamón como objeto aspiracional es símbolo de la clase social a la que pertenece. En países donde dos terceras partes de la población se muere de hambre, El Chavo es la mayoría de nuestros niños: solo, ingenuo, pobre. Tanto que no alcanza ni un nombre. Da lo mismo un barril que una choza de lámina y periódico.
La vecindad es el catálogo de una sociedad idílica donde la madre soltera se entretiene cacheteando a un inocente o ligándose a un profesor que no toca más que a sus bigotes. La Bruja del 71 es la eterna vieja resbalosa con vestido de otro siglo cuya presencia se justifica únicamente para que los niños le falten al respeto. El Sr. Barriga representa a los pudientes: el cobrador de la renta que siempre amenaza pero nunca echa a nadie por su corazón proporcional al tamaño de su apellido ni omite su asistencia fiel a los festejos de la vecindad como uno más del inventario. Aunque nadie lo extraña, él se deja querer.
En ese cosmos, el pleito y la reconciliación son los parámetros que vinculan a los personajes. Es raro ver a alguien más, que sólo aparece como pretexto para la trama. Pero es peor no ver a alguien conocido, como finalmente ocurrió cuando la Chilindrina y Quico decidieron abandonar el elenco. Ya no fue lo mismo sin ellos. La Popis nunca fue chistosa. De Ñoño nadie se acuerda.
El niño bien vestido de marinerito y con problemas fonéticos dejó de convivir con la chusma, de modo que “ser chusma” nunca volvió a cuestionarse más que por doña Florinda. Aún siendo un arquetipo como los otros, doña Florinda no gozó de la popularidad de la teleaudiencia, como sí lo consiguió sin ser estelar el personaje de don Ramón con sus célebres berrinches.
Don Ramón tal vez lleve el rol más dramático de todos, ni cómico ni trágico. Es el hombre común al que todo le sale mal: viudo, desempleado, fiel al Necaxa en los tiempos en que el equipo había desaparecido, su hija es más lista y debe catorce meses de renta. El hombre común. Iracundo como se mostraba, todos sabíamos que un día se moriría de un coraje. Fue el primero en fallecer, lo que demuestra la delgada línea divisoria entre la vida real y la actuación. Fernando Pessoa escribió: “El poeta es un fingidor. / Finge tan completamente / que llega a fingir que es dolor / el dolor que de veras siente”. Sean actuados o no, los corajes matan.
Poco a poco sin Quico, sin la Chilindrina ni don Ramón, el programa decayó en un sopor intolerable. Los actores envejecieron y Jaimito el cartero, Godínez y la Popis no divirtieron a nadie. Ni siquiera se grababan las risas. Los lugares comunes y las frases hechas invitaron a cambiarle de canal incluso en una época en que no había control remoto.
Fue la mejor metáfora de la vida que ofreció El Chavo: todo se acaba. Hasta el programa.
Los próximos treinta años, El Chavo se redujo al recuerdo y la repetición. Los pleitos de Roberto Gómez Bolaños con Carlos Villagrán y María Antonieta de las Nieves fueron lo más relevante. La ambición de éstos los llevó a perpetuar por su cuenta el papel de niños a los sesenta años. Chespirito tuvo más dignidad y metió para siempre en su barril al Chavo. Ideó otros personajes menos populares: los Chifladitos, el Chómpiras sin el Peterete…, pero no fueron lo mismo. Incluso el Chapulín, colorado como era, tuvo el suficiente rubor para despedirse a tiempo.
El Chavo educó a la mitad del continente. La otra mitad, plagada de snobs que aparentan lo que no son, sólo repiten sus frases. “Bueno, pero no se enojen”…

*Director académico del Colegio SuBiré. [email protected]

Showing 7 comments
  • Ana Marisa

    Y ahora quién podrá defendernos?

    Excelente artículo!!

  • EDUARDO RODRÍGUEZ

    La onda, felicidades. ¿Lo hiciste sin querer queriendo?….. no creo, tú así escribes.

  • Nicandro Gabriel Tavares Córdova

    Muy bien un excelente analisia de la vida del Chavo y de su muerte. Aún así los herederos de mi amigo Gómez Bolaños, no tendrán ningún problema en sobrevivir dignamente de las regalías de tan conocidos personajes. Gracias una vez más por tan extraordinario artículo Don Jorge Alberto Valencia y que mi amigo, el creativo, el autor, el actor, pero sobre todo el excepcional ser humano que fue Don Roberto Gómez Bolaños, descanse en paz.

  • Andrea

    Ahora hay quien le echa la culpa a Chespirito del maltrato infantil, de la educación de políticos trácalas y narcotraficantes, de la pobreza extrema, etc.
    Hay quienes se aferran a no lamentar su muerte, porque hay cosas más importantes de qué preocuparse.
    El asunto es que con Chespirito muere una época… de la televisión, de México, de un tipo de niño… Se va la inocencia y esperanza de un tipo de vida.

  • Karla Preciado

    Sería hipocresía decir que no se siente nostalgia. A final de cuentas, la mayoría de los que ahora somos treintones o incluso cuarentones, crecimos con la televisión prendida en los programas de este señor. Humos simple, ciertamente, pero entrañable.
    Muy objetivo tu análisis, Jorge. Es la primera vez que comento, pero es muy grato leerte siempre. Gracias por compartirlo con nosotros los profesores.

  • Karla Preciado

    * humor…

  • Gabriela

    Gran embajador.
    Grande y exquisita su inocencia.

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