El alumno como fabricación o el alumno como autoconstrucción de cara a contextos específicos

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

En su brillante obra “Frankenstein educador” Phillipe Meirieu cuestiona las posturas o los modelos que tienden a pensar que los sujetos alumnos son “fabricados” a partir del trabajo de las escuelas y de los maestros. La fabricación de los sujetos a modo de un monstruo como frankenstein o de una marioneta como pinocho es fuertemente criticado por Meirieu. Pero, si entonces, el sujeto no es fabricado desde la educación entonces ¿qué es lo que sucede?
Lo que el autor critica es la postura de construir desde afuera a un sujeto que nunca será dueño de sí mismo, en contraparte, Meirieu está a favor de un sujeto que se autorregule y se autoconfeccione a imagen y semejanza de su propio deseo.
Hoy en día la tarea educativa está pensada en continuar con dicho compromiso, de seguir fabricando seres humanos a imagen y semejanza de los requerimientos del gran capital. Pero, en ello, las prácticas educativas se mueven con una inercia, al no detenerse para mirar los puntos ciegos o implícitos de dicha tarea.
Habría que pensar en una alternativa formativa de fondo, dicha alternativa ha sido la búsqueda de las ideas y las prácticas educativas desde la revolución de la escuela nueva a finales del siglo XIX. Incluso las pedagogías no directivas son fuertemente cuestionadas por dejar todo al garete o al libre albedrío de que algo bueno podrá pasar, pero muchas veces no pasa nada.
El horizonte del escenario educativo no es sencillo, debido a que con el arribo del siglo XXI entramos a una especie de crisis de ideas y de propuestas, hemos terminado por darle una salida a una serie de propuestas, las cuales se mueven bajo el prefijo neo: neoconductivismo, neoconstructivismo, neohumanismo, etcétera; y en ello no sabemos que dichas propuestas terminan “refriteándose” las tesis clásicas o efectivamente lo neo implica una revisión y algunas correcciones novedosas de lo que se propone.
En última instancia yo estoy a favor de incorporar el componente innovador en el seno de las ideas y las prácticas educativas, sin preocuparnos tanto por los ismos o los clichés de dichas ideas.
Bajo esta ventana que nos abre la innovación en la tarea educativa, es bueno pensar en la construcción de alternativas que provengan desde la experiencia. El darnos “chance” de experimentar y pilotear nuevas formas de hacer educación y, sobre todo, de ser capaces de sistematizar las buenas prácticas, las cuales no son las que generan forzosamente mejores resultados sino aquellas que conectan significativamente a los actores con el contexto y con las respuestas a las necesidades educativas en turno.
Innovar no sólo se trata de recurrir a lo nuevo en cada ámbito determinado, sino de responder adecuadamente a las necesidades educativas de cada sujeto, de cada entorno, de cada lugar con o sin política pública al respecto.
La innovación es la alternativa para superar los desafíos de una educación como fabricación de sujetos alienados y controlados por el propio sistema.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]

Comentarios
  • Martha E.Lechuga Luna

    Un artículo interesante en el sentido de hacernos reflexionar sobre nuestra práctica docente

    • Salvador Eduardo García

      Interesante sin duda y contundentemente cierto, reflexionar sobre el propósito de firmar para reconocer y reconocerse en atas de desarrollar habilidades sociales y de pensamiento que lleven a tomar decisiones y acciones asertivas en nuestra vida cotidiana bajo un principio de respeto, empatía, alteralidad y solidaridad con y hacia lo demás (personas, medio ambiente, animales)…

  • César

    Presencial, a distancia, en línea, domiciliaria, tv educativa en casa, híbrido… la educación no deja de evolucionar y el sistema educativo arraigado en sus prácticas político-sindical sin considerar el futuro de la sociedad y priorizando sus intereses personales.

  • Isidro García Cigüenza

    Apenas he comenzado a leer su artículo, Dn. Ángel, me han comenzado a chirriar los goznes de mi novedosa, aunque torpe, estética pedagógica. Se trata del título. En él menciona usted, en dos contextos aparentemente distintos, la palabra “alumno”. Algo no encaja. En su primera alusión lo ridiculiza usted, y en la segunda lo ensalza. Sin embargo, etimológicamente, no dejan de ser lo mismo: sujetos sometidos a las lecciones de su maestro… ¡A ver si nos aclaramos!
    Luego escribe: “Yo estoy a favor de incorporar el componente innovador en el seno de las ideas y las prácticas educativas, sin preocuparnos tanto por los ismos o los clichés de dichas ideas”. Perdone, pero me da la impresión de que en este artículo peca usted precisamente de lo que predica. Y llevándole leyendo muchos años, me temo que se ha instalado usted en el “ismo” más pernicioso: el “Angelperezismo”. Disculpe mi ironía…, soy discípulo suyo y hubo un tiempo en que me creí a pie juntillas lo del “espíritu crítico” que usted exigía; por eso le hago hoy a usted esta crítica positiva y amigable. Saludos cordiales y le digo lo mismo que a la gente con quien nos cruzamos por los caminos de estas serranías rondeñas: “Arrieritos somos, y en el camino de la Pedagogía Andariega nos encontramos”.

  • Hugo

    Yo pienso que el nuevo desafío es conscentrarnos en formas estratégicas que permitan despertar el interés del alumno por la adquisición de conocimientos (la motivación) como punto referencial para los intereses de la mayoría. Cómo docentes debemos ser motores que incentiven a explorar el potencial de la investigación y el desarrollo de cada uno de ellos. Para lo cual deberíamos estar a la vanguardia de los intereses y necesidades de nuestros educandos, y como se logra ello? Simplemente conversando e indagando sobre sus emociones, problemas, proyecciones a futuro, intereses etc y sobre todo críticas a sistema educativo actual. Profe Carrizo Hugo

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