Ejercicio docente y autonomía

 en Benita Camacho Buenrostro

Benita Camacho Buenrostro*

Una acepción del término autonomía remite a la facultad que le permite a una persona actuar según su criterio, es decir, tomar decisiones con independencia de la opinión o el deseo de los otros. En relación con ello, hablar de la autonomía profesional hace necesario pensarla en términos de la naturaleza misma de la profesión de que se trate. En el caso de la profesión docente, tal vez como en ninguna otra, es posible observar el fenómeno de la pérdida de autonomía, si bien es necesario reconocer que desde sus primeros estudios los futuros docentes son formados en rutinas que impiden el desarrollo de una conciencia clara sobre su papel en la sociedad. Ciertamente, en nuestro país en el nivel de educación básica el ejercicio de la profesión docente constriñe a los sujetos a vivir esquemas preestablecidos y a reproducir generacionalmente dichos esquemas.
En la función docente actual, la planificación y las normas de control impuestas desde el exterior, el exceso de consignas burocráticas para el registro de actividades que den cuenta del cumplimiento de resultados en términos numéricos, más allá de las posibilidades reales de generación de aprendizajes en los estudiantes, se superponen ahora a las ya de por sí complejas actividades relacionadas con el manejo curricular y la atención a los niños y los adolescentes en sus múltiples necesidades. Todo ello ha generado una sobrecarga de trabajo y una rutinización de las tareas que impide a los profesores la reflexión y el intercambio sobre su hacer y ser docente, lo que ha provocado que este profesional haya ido perdiendo poco a poco el control, el sentido y el valor de la propia labor y de sí mismo, generando con ello lo que José Contreras Domingo ha llamado la proletarización del profesorado, que expresa justamente la pérdida de autonomía.
Ante una situación como la que hemos revisado es necesario que los docentes no pierdan de vista que sólo en la autonomía se expresa la creatividad, la libertad para experimentar en el aula, para innovar con procesos de aprendizaje y para resignificar su tarea; por ello es necesario que aprovechen los pocos espacios en los que pueden poner en común sus inquietudes, plantear sus necesidades y reflexionar sobre las implicaciones de la situación a la que ahora se encuentran sometidos. Es necesario que se apropien del espacio que les brinda la reunión mensual de consejo técnico y asuman que sólo ellos pueden transformar y revertir esta situación, y que lo que no hagan por sí mismos nadie lo hará por ellos.

*Profesora-investigadora del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara. bcamacho@cencar.udg.mx

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