Educación y magia: engañando los sentidos
Marco Antonio González Villa*
Todos sabemos que los magos y los prestidigitadores sólo emplean trucos, pese a ello, nos resulta estimulante observar todo lo que tienen que hacer para que no se puedan descubrir sus secretos.
Son oficios interesantes, sobre todo porque nos recuerdan que los sentidos pueden ser engañados, no importa si eres niño o adulto, siempre se podrá buscar o encontrar la forma de burlarlos.
Es obvio que, al menos uno pensaría que resulta obvio, que es más fácil engañar los sentidos de los niños, lo cual nos facilita crear un escenario de interacción lúdico que sea estimulante para ambos, así podemos sacar monedas de sus orejas, chasquear los dedos arriba de la cabeza de un bebé y que no nos encuentre, fingir la voz para asustarlo, confundirlo o atraparlo jugando, tocarle la espalda y decirle “no fui yo”, mostrarle dibujos con ilusiones ópticas y que pongan carita de fascinación, masticar dulces o chicles de broma, ponerle un paliacate en los ojos y pedirle que identifique por su aroma a cada miembro de la familia, así como esconderle un dulce o un juguete y que tarde en encontrarlo pese a que lo escondimos prácticamente frente a sus ojos. Sus cinco sentidos son nuestro objetivo, por lo que nos aprovechamos de su ingenuidad (¿o complicidad?) para crear un momento mágico con ellos.
Este tipo de engaños y de trucos son bonitos, tiernos, lindos y tienen como fin mantener y fortalecer un vínculo entre padres e hijos. Ser mago, entendemos, es todo un arte cuyo principal interés es brindar diversión.
Sin embargo, existe un tipo de personas que realizan trucos de magia, pero no con el fin de engañar a los sentidos, sino negar lo que los sentidos de los espectadores perciben, adulto o niño no importa, da lo mismo. Han tendido a descararse y hacer evidentes sus actos pero, pese a que alguien se le ocurra evidenciar y demostrar en donde está el truco, dirán que no es verdad y cuestionarán la objetividad de nuestras percepciones. La desaparición es su acto principal; así con los años han desaparecido dinero de la nación, propiedades, sindicatos y personas cuando les resulta conveniente pero, nunca completan el acto y no nos las devuelven, las jubilaciones y los empleos bien remunerados, los sueños y el futuro de muchos niños, la estabilidad laboral y el poder adquisitivo, el bienestar familiar e incluso, si sus actos previos así lo requieren, podrá también hacerse desaparecer y aparecer en otro lugar lejano. Son actos sorprendentes y lo logran casi sin ayuda; es un tipo de magia muy poderosa y vil, que sólo puede ser realizada por los que llamamos… magos oscuros.
Es mejor no decir su nombre, porque puede uno invocarlos. Prefiero pensar en todos los papás y mamás que han sido alguna vez magos para sus hijos o bien, pensar en algunos magos famosos como Houdini, David Copperfield, Chen Kai e incluso Beto “el Boticario” y el Maguito Rody ¿alguien recuerda a otro?
*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx