Educación digital crítica
Miguel Bazdresch Parada*
Hace unos días el gobierno de Jalisco entregó computadoras a un grupo de maestros. Desde luego es una forma de colaborar con los docentes para mejorar la docencia, mejorar el aprendizaje de los estudiantes y también mejorar la relación con el aparato administrativo de la Secretaría de Educación, en algunas de sus partes.
Ahora bien, conviene tomar el dato para mirar acerca de la relación entre los procesos digitales y los procesos pedagógicos, lo que se ha llamado en la literatura de investigación como “alfabetización digital crítica”. Es tema en permanente movimiento dados los veloces procesos de actualización e invención tecnológica y el lento proceso de reflexión y decisiones en los aparatos de gobierno encargados de la educación obligatoria. Ese desfase entre ambos procesos obliga aun más a mantener abiertos los canales para aprovechar las buenas oportunidades que ofrece la cultura digital, sin dejar de discutir los “blancos y negros” del mismo fenómeno.
Hoy los avances de la tecnología digital han puesto a disposición de las personas nuevas tecnologías que rápidamente hacen obsoletas las tecnologías anteriores en un lapso muy corto. El ejemplo, hoy muy claro es cómo el celular y sus modos de comunicación dejan atrás a las computadoras fijas y aun a las portátiles, por la versatilidad y multiplicidad de funciones de esos que empezaron como teléfonos y hoy son plataformas digitales portátiles y veloces muy poderosas.
Desde luego, ese avance meteórico depende de la instalación física para ofrecer el internet en cada vez más territorios. Y eso es posible mediante un cierto capitalismo digital. Esta aparente contradicción ha provocado un importante impulso al uso de la digitalización para generar análisis y aprendizajes críticos sobre el reto que significa aprovechar las nuevas formas, su rapidez y su potencia para mejorar educación al aprovechar los medios digitales para mejorar el proceso reflexivo y de aprendizaje de los estudiantes; y para afinar más la crítica al aparato capitalista y al aparato gubernamental a ratos incapaz de impulsar una educación en la cual se aprenda a utilizar todo el poder informativo y formativo de las redes y los dispositivos digitales.
Hace unos días un dirigente de un partido político habló de pedir al INE que no se usara un algoritmo digital para determinar las preguntas para los debates entre los/las candidatos a la presidencia, porque la responsable de esa tarea ha sido capaz de, con ese algoritmo, determinar cuáles de los mensajes enviados a las redes públicas los fabricó un programa digital y no personas, en el intento de agrandar el apoyo a un personaje político concreto. Es decir, descubrió un fraude. El político supone una intención malévola de esa responsable. No hay tal. Es un ejemplo de la ignorancia y el atraso que persiste en la intelección de la capacidad de los procesos digitales. Ese mismo algoritmo descubridor del fraude ayuda de manera sistemática a los estudiantes universitarios a profundizar en los secretos de la comunicación digital y aprovecharlos en su aprendizaje, entre otros a reconocer el fraude digital.
Urge una actualización a fondo de los programas de apoyo a profesores. Reconocer y construir algoritmos, no sólo computadoras.
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]