Dialoguemos en educación. Eduquémonos para el diálogo

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Creo que son muy pocos los proyectos editoriales que fomentan o que enfatizan una educación dialógica que, de manera horizontal, coloque a los sujetos en condiciones de dialogicidad. Desde este portal hemos intentado convocar a un diálogo entre distintos agentes, pero pareciera, y como decía el viejo Rius, que clamamos en el desierto.
Educ@rnos ha invitado al diálogo de diversas maneras, con personas representantes de los ámbitos sindicales, de la esfera gubernamental, incluso de las disidencias magisteriales.
El diálogo es un componente transversal que atraviesa a todo el sistema y está asociado con tres grandes componentes:

a) Las otredades o el reconocimiento a las diferencias en la forma de pensar y actuar de las personas.
b) Al intercambio cultural de puntos de vista diversos o diferentes.
c) Al aprendizaje a partir de integrar las ideas de las y los demás.

En las tradiciones educativas de nuestro país no existe una tradición educativa que, de manera formal, dé cuenta de una didáctica para el diálogo. En muchas ocasiones, las intolerancias o las invisibilidades le ganan al deseo de estar al lado de los demás.
Hoy en día, en una sociedad con cambios vertiginosos y en donde la definición de desarrollo humano muestra manifestaciones de comportamientos nuevos e inéditos, que rompen con los estilos y formas de generaciones anteriores. El diálogo es el puente que también une de manera intergeneracional a las formas de concebir la realidad y contribuye a que puedan relacionarse los marcos valórales que en el origen son o fueron incompatibles. Pongo algunos ejemplos: los tatuajes en el cuerpo, las opciones de identidad de género alternativas, ligadas a las comunidades y colectivos LGTB y +, a los gustos culturales de consumo de música, baile, etcétera, sobre todo en las juventudes y demás.
Ante todo lo anterior, emerge el diálogo y la educación dialógica como alternativa y estrategia o conjunto de estrategias, pensadas para superar problemáticas que se estancan por falta de disposición de los actores. En estos días en que se han puesto de moda las aportaciones del pensamiento de Paulo Freire, la educación dialógica y el fomento del diálogo han cobrado una especial relevancia en las escuelas como una alternativa válida.
Así como la propuesta del TGA del mes pasado estuvo sugerida a partir de la generación de narrativas en la escuela y en la práctica docente, así también el diálogo horizontal, aun entre diferentes, es una buena alternativa para llevarlo a la educación.
Ojalá y los responsables de los distintos ámbitos gubernamentales en la Secretaría de Educación y en general en los gobiernos federal y estatal reconozcan la importancia de estar dispuestos a dialogar, pero no solo eso, sino a reconocer que en los márgenes del sistema existen mejores ideas de las que ellas y ellos tienen validadas.
Por último, tenemos que reconocer que desde el campo de la investigación se han realizado algunos estudios que vinculan el diálogo educativo con la convivencia y los valores, sobre todo lo que tiene que ver con el respeto, la tolerancia y el reconocimiento a las diferencias. Será conveniente que las y los docentes se acerquen a revisar reportes de investigación, cuyo propósito sea conocer cuáles son las recomendaciones que se hacen para convertirse en un docente experto en el diálogo educativo.

*Doctor en Educación. Profesor-investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]

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