De premios, reconocimientos y olvidos magisteriales

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

En menos de una semana presenciamos, desde las redes sociales, los medios de comunicación y las voces de algunos testigos de los hechos (incluidos muchos homenajeados), dos eventos donde se dieron reconocimientos a personajes que se han desempeñado lo mismo como docentes, directivos, funcionarios, dirigentes sindicales, empresarios y hasta periodistas en los contextos de la educación pública y privada de los diferentes niveles educativos, muchos de estos hombres y mujeres son ampliamente conocidos por su influencia y legado educativo (los menos) y una inmensa mayoría lo hicieron en sus comunidades o (recibieron el reconocimiento) por su afinidad con quien o quienes les rindieron tributo.
Tanto las agrupaciones de Mexicanos Primero como el Colegio de Profesionales de la Educación tienen sus modos, formas y rituales para visibilizar a unos e ignorar a otros personajes de la educación, los valores que los mueven para elegir a unos sujetos por encima de otros no son necesariamente educativos o académicos, permean los fines políticos y los intereses por cobrar tarde que temprano con quienes gobiernan hoy y gobernarán mañana estas tierras neogallegas; las lecturas de los hechos están plasmadas en las interpretaciones que se le puedan hacer a las imágenes que se generaron en las redes sociales que difundieron, si hay ausencias o presencias de X o Y personajes es porque los festejos responden a unos y omiten a otros.
Sabemos que Mexicanos Primero carga en su haber infinitos y evidentes hechos en contra de los maestros y las escuelas públicas y, sin embargo, continúa siendo un invitado de lujo y protagonista en cuanto consejo o evento realiza la Secretaría de Educación Jalisco en hoteles de 5 estrellas, la Expo Guadalajara, las Cámaras de comercio e industriales, así como en universidades o colegios particulares, es una agrupación miope que sólo mira los claros de la realidad educativa y los oscuros no son parte de su compromiso para la mejora, sino la justificación para denostar y vilipendiar a lo público de la educación y señalar con datos y metodología científica lo que no funciona en las escuelas de pueblo o barrio y como que dichos terruños fueran parte de algún punto geográfico de Boston, Finlandia, París o, acá en el terruño, de Valle Real, Puerta de Hierro y toda la zona real de Zapopan.
Qué decir del Colegio de Profesionales de la Educación, en cuyas prácticas brilla por su ausencia lo educativo, y cuya suma de miembros rebasan con mucho la cantidad de doctores que cualquier centro universitario o universidad privada pueda tener, pero con la diferencia de que la producción académica de todo ese séquito es mínima y por más que se les Googleé de manera individual, su historial académico es nulo en la mayoría de casos.
Reconocer el trabajo y la trayectoria de las personas es muy valedero cuando hay elementos que lo justifican, el Doctorado Honoris Causa es la prueba más nítida de que siempre habrá inconformes desde lo ideológico de por qué se le otorgo a X o Y persona dicho reconocimiento, sin embargo, y a pasar de que son personajes públicos con trayectoria y producción basta, qué le podemos reprochar a Elena Poniatowska, a Santiago Ramón y Cajal, a Eduardo Matos Moctezuma, a Juan Ramón de la Fuente Ramírez, a Pablo González Casanova, a Noam Chomsky, a Miguel León Portilla, a Joan Manuel Serrat, a Carlos Saura, a Mario J. Molina, a Carlos Fuentes, a Juan Rulfo, a Fernando Solana, a Claude Lévi-Strauss, a Jaime Torres Bodet, a José Vasconcelos y a tantos y tantos personajes que recibieron el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional Autónoma de México si es que hay evidencias de su legado, en este sentido las obras son amores y esas trascienden más allá del fallecimiento de todos los personajes citados.
El reclamo a los eventos de la semana pasada es porque da la sensación de que ha habido un abaratamiento al mérito, ya que muchos lo merecen (no por haber sido o continúen como docentes o desempeñando un cargo en educación) sino por su bonhomía, su empatía y su gusto por la escuela, pero en otros más, es evidente el compromiso político, de credo o de quedar bien con cierto sector del magisterio por lo que se pueda venir políticamente y, en ese justo momento, se les tome en cuenta para ocupar cargos, ya bien sea como actores principales o como bufones y patiños en la tragicomedia jalisciense.

*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com

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