De condones y de amores fallidos
Marco Antonio González Villa*
En este mes de febrero celebramos el día del condón y el día del amor y de la amistad, en días consecutivos de manera curiosa, 13 y 14 respectivamente. No hay duda que ambos motivos de festividad son temas que en la adolescencia adquieren una particular significación, sobre todo porque remite directamente a la forma en que las relaciones sociales, de pareja o de pares, se ubica en uno de los primeros lugares de sus intereses personales en la gran mayoría.
Considerando dicha situación, recientemente la OCDE reportó que México ocupa el primer lugar de embarazos en adolescentes en latinoamérica, mostrando una tendencia creciente en los últimos años lo cual resulta preocupante por las diferentes lecturas que se pueden hacer del fenómeno.
Por un lado, desde lo estrictamente educativo, se hace evidente que lo significativo de un aprendizaje y su extrapolación a la vida cotidiana es totalmente una decisión o una cuestión personal de los alumnos, independiente de la didáctica de los profesores. Estamos en una época en la que los alumnos son informados e instruidos, desde la primaria, tanto en el cuidado y la protección de su cuerpo, como en el empleo de diferentes métodos anticonceptivos para evitar situaciones inesperadas que puedan truncar sus proyectos individuales de vida; de hecho, la repartición de condones en las escuelas es algo que se hace de manera regular. Se actúa en muchas ocasiones sin pensar en las consecuencias, por lo que estamos teniendo, cada vez más, generaciones de hijos no deseados, lo cual, psicológicamente hablando, no es el mejor escenario.
Los embarazos en adolescentes nos hacen visible también el hecho de que muchas niñas siguen siendo ultrajadas y violentadas sexualmente, ya sea a través de la venta de sus cuerpo o bien de violaciones, por lo que es claro que el machismo y la significación de la mujer (como un objeto sexual) sigue siendo parte de la cultura de nuestro país, con un arraigo más profundo en algunas regiones de nuestro país. De una manera brutal se truncan los sueños de una menor y condenan a los hijos al abandono económico y paterno.
En una última lectura, de las muchas posibles, observamos el malentendido que prevalece con los adolescentes en relación a lo que el polisémico amor puede tener, reduciéndolo solamente a mantener relaciones sexuales con la pareja, sin un compromiso, sin conciencia y con poca o nula responsabilidad. Razón que ha propiciado, en una cadena lamentable, la ruptura de la relación por la falta de amor, sin importar que ya existan hijos de por medio.
El fenómeno podría tener una reducción significativa con el simple hecho de saber utilizar un condón y, difícil lo sé, con tener la capacidad y madurez para tener una vida sexualmente activa considerando siempre las consecuencias. Un factor más que podría ayudar sería fomentando que los padres tengan una relación cercana, abierta y franca con los hijos en donde puedan orientar, educar, aconsejar y predicar con el ejemplo para cultivar hijos cada vez más conscientes de la vida en general. Parece fácil, pero no lo es. En lo que se solucionan las cosas, sigamos festejando: amor y condones, interesante relación ¿no?
*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]
Muy buen artículo y un punto que no debe descuidarse nunca es precisamente el que usted menciona, que en la primer escuela que es la casa, los padres eduquen con la responsabilidad que les obliga como padres, mostrarle a sus hijos el saber visualizar hacia el futuro para evitar esos embarazos no deseados que generan devaluación humana ya que muchas jovencitas, actualmente, dicen ser la madre biológica pero…”que los eduquen otros” Esas palabras las he escuchado con frecuencia en los últimos dos años y bueno…cada quien tendrá su opinión de tal expresión.
Saludos Maestro y felicideades
Le agradezco sus palabras Verónica. Le mando un saludo