Cultura digital para educar

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Las últimas décadas del siglo XX y las primeras del siglo XXI han sido el tiempo de una revolución tecnológica, quizá cómo no hubo una igual antes, si dejamos de lado el fuego y la rueda. La revolución digital, en la cual aún estamos inmersos, ha intervenido como ninguna otra en la forma de pensar y sentir de las personas. La electrónica ha sido la inspiración para generar nuevas técnicas encaminadas a resolver problemas técnicos cuyo objetivo estaba en desarrollar máquinas capaces de hacer actos y acciones hasta entonces limitadas a los seres humanos. Esas herramientas digitales produjeron efectos globales en la comunicación inalámbrica y así interconectaron al mundo, quizá con la excepción de algunos parajes inhabitados. Satélites, computadoras, máquinas “inteligentes”, robots industriales, plataformas digitales, internet de las cosas, inteligencia artificial y más, transformaron el mundo al cambiar múltiples acciones mecánicas en acciones eléctricas y electrónicas. Hoy estamos a diez teclas del celular de cualquier sitio de nuestro mundo habitado.
La gran diferencia de los productos recientes de la cultura digital es la capacidad que nos generan a los humanos de ser autores, no sólo consumidores. Millones de personas utilizan y aportan contenido, utilizan y aprovechan la comunicación digital, miles de empresas manipulan las finanzas mundiales “con una tecla” si se acepta la exageración. Estas nuevas capacidades producen efectos inesperados, amables y terribles. Y aquí estamos hoy.
Por ejemplo, Los jóvenes, en especial los de clase media, sienten y utilizan una cultura formada con elementos centrados en la rapidez y en la inmediatez. Por eso tienen acceso a consumir y producir gran cantidad de contenidos nuevos todos los días. Estas posibilidades tienen el efecto de una presión social de vivir la “vida en línea”. La consecuencia es un segmento de la juventud con tendencia a enfermedades de la psique, a la adicción a internet, a la pornografía, a la depresión y la baja autoestima. Muchos adolescentes prefieren retirarse de su vida social para sumergirse en los placeres de la vida virtual, sin alteridad. Lo humano ha sido desplazado a segundo término.
Al mismo tiempo hay novedades alentadoras. Las ciencias sociales, las humanidades, las ciencias exactas, y el arte del siglo XXI, HOY procuran identificar las mejores soluciones a la nueva situación problemática del mundo generada por la cultura digital, además de aportar soluciones a los problemas heredados del pasado.
El sistema educativo puede ser uno de los grandes beneficiarios de la cultura digital, en concreto de la inteligencia artificial. Puede beneficiarse de la cultura digital con: Acceso a información y recursos digitales. La formación de comunidades y redes de apoyo en línea, foros en línea, grupos de discusión y redes sociales para colaboración escolar y científica entre profesionales y personas. La cultura digital facilita el desarrollo, distribución y creación de recursos educativos con facilidades de trabajo grupal, internacional y comunitario. Las aplicaciones y plataformas digitales pueden ayudar a las personas y grupos a explorar y desarrollar meditación, ejercicios de atención plena y herramientas de seguimiento del estado de ánimo, la autorreflexión, el autoconocimiento y el desarrollo personal. Así, la educación invade y humaniza las redes.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). [email protected]

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