¿Cuál es la mejor forma de elegir a un candidato?
Marco Antonio González Villa*
Elegir a la persona idónea para un puesto, un ascenso o ingresar a una institución definitivamente no es una tarea sencilla. Cualquier método que se elija siempre presentará intersticios que darán pie a cuestionamientos sobre los instrumentos empleados. Pese a esta limitación, lo que es necesario es que existan condiciones de transparencia y de justicia en las formas para que haya las menos dudas posibles. Pero insisto, no es algo sencillo.
Desde el campo de la Psicología, obviamente la aplicación de pruebas psicométricas, inventarios de habilidades o pruebas de personalidad nos darán siempre un dato totalmente acotado, a menos que se integre una adecuada batería de pruebas y se complementen con entrevistas a profundidad. En algunas empresas llevan a cabo este tipo de implementaciones, pero pocas instituciones educativas lo hacen. Por ejemplo, en el caso de ingreso a Medio Superior, la UNAM aplica un examen de conocimientos de la materia que se desea impartir, junto con un examen psicológico. Esto se ha aplicado en los últimos años. Ya para lograr la definitividad, la basificación, siempre será a concurso abierto donde se pueden inscribir muchos candidatos, que implica la revisión del currículum, la elaboración de una crítica al programa de la materia, elaborar un escrito sobre un tema también del programa de la materia, realizar una clase muestra frente a grupo y una defensa oral, tipo examen profesional con un jurado dictaminador, del texto realizado y de los conocimientos que se poseen. Son procesos largos como se puede advertir, no fáciles, pero se considera que así la elección es justa y depende de lo mostrado por el aspirante.
En algunos casos, simplemente cuenta el currículum, la trayectoria, y así, mediante un escalafón, el tiempo en el servicio y la preparación académica adquirida, que incluye cursos, diplomados y grados obtenidos, son el referente para ascender o dar plazas a aspirantes. En otros casos se considera el liderazgo, la fuerza y el conocimiento que se tiene del área de trabajo, lo cual no precisa obligatoriamente de formación académica; esta forma la aplican también algunas empresas, no así las escuelas. O bien, los ingresos y ascensos dependen directamente de la intervención de un Sindicato, quien pone sus reglas y formas, justas o no, pero aceptadas y conocidas por todos.
Finalmente, tenemos el método de las llamadas “viejas prácticas”, que supuestamente ya no se aplican, pero el Estado de México se aferra a ellas, caracterizadas por la venta de plazas, el nepotismo, los pagos políticos o negociaciones que pueden incluir contacto físico, la entrega de dinero o regalos, son la vía más sencilla para ingresar o ascender en el campo educativo. Pudieron incluso burlar tanto al Servicio Profesional Docente como al USICAMM para acomodar a personas de acuerdo a intereses o pagos particulares.
La propuesta de eliminar el USICAMM de parte de la futura presidente del país, aunque ha sido celebrada por muchos, no garantiza la implementación de un modelo que sea justo y en igualdad de oportunidades para cada docente; implicará, por tanto, un análisis en el que se opte por la mejor vía de suplir las funciones de este organismo, lo cual, reitero, no será fácil. Sólo deseamos que las “viejas prácticas” no se institucionalicen y validen de forma oficial otra vez, aplicándolas de forma descarada y cínica por autoridades, directivos o sindicatos. Esperemos entonces la propuesta y apoyemos las formas si son justas o denunciemos si no lo son. Si el INEE y el USICAMM perdieron fuerza desde el ejecutivo, que la injusticia la remueva la base magisterial si es necesario. Estemos preparados.
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx