Crimen en CCH: la cobardía de los responsables

 en Marco Antonio González

Marco Antonio González Villa*

Los hechos acontecidos el 8 de mayo en las puertas del CCH Naucalpan que dejaron, confirmada, la lamentable muerte de un joven, es una tragedia que, como muchos señalan, se pudo haber evitado. Un suceso así siempre moviliza y cuestiona a la sociedad, a las instituciones, nos conmueve y uno pensaría que un hecho así lleva a la unión y a la búsqueda de justicia de manera conjunta, pero la vida real, las personas reales, no todas son de esta manera.
Enrique Dussel, el gran filósofo mexicano-argentino, señala que históricamente existe una tendencia de la sociedad al filicidio, a matar a sus hijos, a sus jóvenes, cuando los intereses, económicos y políticos podemos señalar, así convienen a un grupo de adultos. Aprovechándose de su lugar de poder o bien manipulando a menores con promesas falsas, escondidos en el cobarde anonimato y sin exponerse a peligros o a su propia muerte, este grupo de personas, adultos conscientes ávidos de poder, mueven sus piezas y sacrifican a quienes, desde su pervertida postura, pueden ser sacrificados; los ejemplos son muchos: las guerras mundiales, la guerra de Vietnam, el 2 de octubre, el Halconazo, los 43 de Ayotzinapa… o un alumno afuera de CCH Naucalpan. Cada uno de los muertos, al igual que sus familias por el dolor sufrido, son víctimas en una guerra en la que no toman decisiones.
Esto nos obliga a confrontar a quien inicia una movilización, para que revele sus verdaderas intenciones, su objetivo y así decidir si es válido y ético seguir su causa: las personas o persona que incitaron, organizaron y promovieron la presencia de los porros afuera del Colegio el día miércoles cargan ahora en sus hombros con la muerte de un joven, tomaron una vida, sin embargo, sabemos que no tendrán el valor de aceptarlo, de asumirlo y de confesarlo, pero no nos engañemos, ustedes fueron los responsables; esto es innegable e imposible de no mirar, basta escuchar las peticiones y pliegos de algunos estudiantes y porros que toman los planteles. Cualquier otro señalamiento, como culpar a las autoridades del plantel, por ejemplo, sólo puede representar complicidad y protección de los culpables, ignorancia, intereses personales, sesgo en su análisis, pensamiento obnubilado y, tal vez, las más válidas de estas opciones, ingenuidad y/o emotividad desbordada. Los estudiantes, aquellos comprometidos con el plantel y la comunidad, y sus familiares que marcharon el día lunes, se dirigieron al municipio a protestar y pidieron la salida de los porros de los planteles, valdría la pena pensar en ello, hacia donde apuntan la mirada y la responsabilidad.
Toda crisis, toda tragedia, nos obliga como sociedad y en particular como docentes del CCH Naucalpan en este momento, a conjuntamente crear estrategias de prevención, diseñar protocolos de acción ante este tipo de eventos (que al día de hoy no hay ninguno que refiera una situación específicamente como la vivida), así como promover una idea y atmósfera de comunidad y no de división y oportunismo. La muerte de un ser humano, la muerte de un joven, siempre será algo triste y profundamente doloroso… politizar y buscar sacar provecho de ello es inhumano y nada ético. Reflexionemos sin apasionamientos, el plantel, la comunidad, lo necesita. Que no se olvide.

*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx

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